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Hacer Escuela: una red libidinal frente al COVID-19

Por Andrea Amendola

 "Y uno aprende a construir sus caminos en el hoy, porque el terreno del mañana es demasiado inseguro para planes y los futuros tienen una forma de caerse en la mitad. Y después de un tiempo uno aprende que, si es demasiado, hasta el calor del sol quema".
Schofftall, "Aprendiendo"

¿Cómo habitar la Escuela en tiempos de pandemia? ¿Qué nos anima? En un cruce caprichoso y fuera de sentido, lo real con su ley comprimió el tiempo y ya no sabemos si esperamos apurados que el futuro devenga pasado para soportar las inclemencias de nuestro presente. O, quizás, para inyectarle a los minutos vacíos algo de sentido.

Hoy es el planeta entero el que se ve azotado por un virus que no da tregua. De repente una modificación radical se impone y, en cada arista del mundo, somos convocados todos a resituar el valor de la vida. La comunidad analítica se ve llevada entonces a un hacer  inédito que haga lugar de otra manera al discurso analítico, guiados por la inexorable prevención en materia de salud que cada Estado determina para su país.

Pasaje de la aceleración cotidiana que nos repliega autísticamente sobre nosotros mismos hacia una pausa fundamental y vivificante: detenerse y no circular, cuidar a los otros y de nosotros mismos. Casi como si el presente fuese una espesa capa libidinal en donde es necesario tramar el tiempo para comprender, a pesar de que se escurre demasiado rápido.

Al respecto señala Miller que "el primer resultado de la velocidad en el mundo es un aumento del malestar en la cultura" [1] y hay cosas que requieren su tiempo. Somos testigos de que mientras algunos ciudadanos acatan las medidas de cuidado para que la vida prosiga, otros se arrojan a la fiesta de un goce mortífero que nada quiere saber de la espera. Como muertos vivos de la era del Otro que no existe suscitan el horror que se tensa hasta virar en odio, aplanando dramáticamente la categoría que diferencia a unos de otros. Sabemos que Lacan dio un especial valor a la espera, pues ella "presentifica el futuro antes de que sea registrado como pasado" [2].

¿Qué hacer como analistas cuando este real atraviesa los consultorios, los encuentros de Escuela, los carteles, los controles, la sesión de análisis, las jornadas, los congresos, el vital lazo con los otros?

Lo inédito clama el tiempo veloz de la anticipación, allí en donde se inventen  nuevos modos de hacer lugar al discurso analítico.

Y si bien las redes son recursos que muchos analistas ya utilizaban, hay un hacer Escuela bajo el modo de la red que se constituye en una experiencia libidinal inédita a la cual somos convocados hoy. Colegas postean de qué modo proseguirán con las actividades que hacen a su práctica. Skype y las llamadas de video en muchos casos toman la delantera. En otros, el aula virtual se vuelve un instrumento para muchos que antes ni la consideraban. Y allí la angustia merma un poco, algo empieza a novelarse frente a tanta crudeza de lo real.  Carteles y revistas toman forma por whatsapp, se acuerdan  citas en la agenda para pautar lecturas, desgrabaciones de noches de Escuela y conversaciones entre colegas.

Prevenidos de un real que no desconocemos, aunque desearíamos que fuese un mal sueño, nos disponemos a conformar una red libidinal que aloja y pone al rescate nuestra labor con los otros, porque nos necesitamos ligados ya que estamos amorosamente concernidos por la causa analítica allí en donde la Escuela instaura entre sus miembros una comunidad de experiencia.

La transferencia de trabajo pone en marcha entonces, en medio de esta pandemia, una multiplicidad de lazos libidinales que se valen de las redes para propiciar aquello que siempre nos ha convocado: las singularidades con sus padecimientos hilvanados en el malestar de la cultura actual.

Ese invisible pandémico nos ha llevado a aislarnos pero sin desligarnos. Ligados lo estamos y muy, porque la libido que nos motoriza a hacer Escuela lleva en su fibra más íntima el acicateo de un deseo que hace huella indeleble: el deseo del analista.

El COVID-19 hoy galopa sin cesar. La ciencia hará lo suyo y se lo agradeceremos. Ahora bien, hacer Escuela es tener presente que "la cuestión para el psicoanálisis, para la práctica del psicoanálisis, para esa práctica que determina un lazo social inédito, es la de ubicarse de modo de responder en el uno por uno a la impasse de la civilización de la ciencia, jugando su apuesta por la particularidad del sujeto, por la singularidad de su goce, y poniendo en juego otro saber que el saber científico" [3].

De esta manera, hacer Escuela frente a la pandemia que hoy oprime al planeta es un hacer que no sólo sabrá manipular lo inédito para proseguir como "comunidad de experiencia" a través de una red libidinal, sino que fundamentalmente es un hacer que toma aquello que la ciencia y el capitalismo dejan por fuera: la palabra del parlêtre como sello distintivo de su humanidad.

NOTAS

  1. Miller, J. A. (1998): Seminarios en Caracas y Bogotá, La lectura del inconsciente, Paidós, Buenos Aires, 2015,  p. 585
  2. Miller, J. A.(2000): La erótica del tiempo, Tres Haches, Buenos Aires, 2014,  p.24
  3. Tarrab, M: http://www.revistavirtualia.com/articulos/764/destacados/un‐lazo‐social‐inedito