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La lección del maestro

Por Mónica Torres

El título “La lección del maestro”, como seguramente muchos de ustedes lo sabrán, esta tomado del título de un cuento de Henry James sobre la relación maestro-discípulo; pertenece a uno de los numerosos cuentos de este autor justamente llamados “cuentos de escritores”. A Oscar Masotta le gustaba Henry James, Le gustaba especialmente en cuento “otra vuelta de tuerca”. Casualmente, en Página 12, donde se hizo referencia a estos 20 años de la muerte de Masotta, leía qué Marcelo Izaguirre también hizo un comentario en su libro sobre la pérdida que significó para la literatura la muerte de Henry James y la equipara a la perdida que significó para análisis la muerte de Masotta.Así que mi título tiene que ver tanto con lo que me gusta, con lo que le gustaba Masotta y con lo que encontré en Página 12 del actual libro de Marcelo Izaguirre. A manera de epígrafe, voy a leer un párrafo de este cuento. Dice Henry James: “lo cual constituye una prueba de que el maestro tenía razón en el fondo y de que la naturaleza lo había destinado a la pasión de la inteligencia…”

Cuando Germán García me invitó a participar de este encuentro con el discurso de Masotta, me pareció muy interesante que se tratara de ir a sus textos. Durante años me ha resultado bastante difícil encontrar el modo de escribir sobre él. La mejor respuesta al porqué de esta dificultad de encontrar la intervención de François Regnault en el encuentro Jacques Lacan, celebrado en París en 1991, en ocasión de los 10 años de su muerte. Así Regnault habla del arte del testimonio y nos dice que hay que evitar la anécdota por una cuestión de gusto. Elige hablar del estilo y no de la anécdota. Creo, sin embargo, que las anécdotas tienen su valor, pero pueden deslizarse fácilmente y por qué No, hacia el “yo estaba allí cuando eso ocurrió y le escuché decir tal cosa, etc., etc.,”. No creo poder evitar del todo esa dimensión, pero la Referencia a un texto -originalidad de esta invitación- impide que el homenaje quede reducido a la anécdota. Voy a comenzar por allí.

También he elegido el título "La lección del maestro” porque el texto que voy a comentar se titula Lecciones de introducción al psicoanálisis1 ¿Por qué ese texto? Esta lección tiene algo del “yo estaba allí cuando él dijo…”

En 1977 o 1978, hace más de 20 años, yo vivía en Barcelona. Una colega que pasaba de visita por mi casa y que se consideraba un psicoanalista no lacaniano, me pidió que le recomendar algún texto para que él pudiera comenzar a entender algo del discurso de Lacan qué le resultaba demasiado hermético. Le recomendé entonces este pequeño libro porque me parecía que planteaba con claridad lo innovador del discurso de Lacan. El psicoanalista argentino de visita en España se sintió un poco molesto y hasta ofendido por la palabra “introducción”. Él, que me llevaba varios años, consideró que hacía mucho que se había introducido en el psicoanálisis. No estaba pues para lecciones introductorias

Leyendo ahora el prólogo de Masotta a estas lecciones, creo que le contestas muy bien al prurito de mi invitado: “hablar de introducción sí cuando decís no significa decir que quién “introduce” es el conferencista, puesto que todo discurso se origina en el lugar del Otro2 y agrega: si se me permite entonces: el presente volumen es mi audiencia y también es de mi audiencia”.3 Esto es lo que el ofendido psicoanalista no quería saber. Y por eso, hasta donde yo sé, no se interesó más en Lacan.

Las lecciones de Masotta se refieren esta vez a una audiencia que acudió en Vigo a un seminario que se dictó los días 27 y 27 de noviembre de 1976, audiencia que el mismo Masotta calificaba así: “que la audiencia que acude en Vigo a mi seminario […] se reclutara entre médicos, psiquiatras, psicólogos, pediatras, trabajadores sociales, estudiantes, fue el mejor testimonio de que mi función en esta punta de España ‘no era completamente obvia’ y que antes de las ‘presentaciones’ de paisajes y de personas, era yo más bien un ‘espectador intermitente’”4. Masotta siguió yendo a Vigo, como a otros lugares de España, como antes lo había hecho en la Argentina, tratando de transmitir el discurso de Lacan por el mundo…

Ahora bien, ¿Cómo leer ahora esta introducción más de 20 años después? ¿Volvería a hacerlo? ¿La recomendaría hoy? ¿Lo que allí se plantea es actual? Creo que sí y voy a tratar de decir por qué. El libro está armado alrededor de seis cuestiones que a mi gusto siguen vigentes.

En la primera se ubica el origen del psicoanálisis en relación entre sexualidad y saber y entre pulsión y objeto. que la pulsión no tiene un objetivo predeterminado en términos de Freud se traduce en Lacan como “no hay relación sexual”. Este “no hay” introduce a la vez las complicadas relaciones entre el saber y el sexo. Cito a Masotta: “el sujeto no sabe sobre aquello que está en el origen de los síntomas que soporta (eh ahí el inconsciente) porque nada quieres saber de lo que no puede saber porque no hay saber sobre losexual”5.Las frases resumen problemas cruciales del psicoanálisis: síntoma, inconsciente, saber y sexual.

En el punto dos Masotta introduce lo real: “lo real es algo tan lleno como un ganso después de haberse comido todas las bellotas”.6 En lo real, entonces hay. Falta la falta. La falta solo puede surgir por la mediación de lo simbólico. Para ello le será necesario a Masotta introducir la diferencia entre necesidad y demanda y el concepto de falo referido a la sexualidad femenina. Y nos introduce así en los conceptos fundamentales del psicoanálisis. Separa la pulsión del objeto y la palabra de su referente y organiza estos vectores en relación a los conceptos de pulsión y de castración. Lo novedoso del planteo, aun hoy, es que no hace solamente una lectura estructuralista de Lacan refiriéndose a las relaciones entre el falo y el significante. Antes bien ubica lo real para plantear el problema del goce en las fallas de la palabra.

El punto tres es más una introducción al Seminario 5, que recién en estos días, ha sido publicado en castellano. Es una puntuación de la lógica de este Seminario. Define aquí al significante y su relación a las formaciones del inconsciente. Se refiere a Freud del libro sobre el chiste y a la primera teoría del síntoma de Lacan. Única al sujeto del inconsciente y separa el decir de los dichos. Cito: “Lo que el analista escucha – y traza así el campo de su práctica- no es lo que el paciente quiere decir, sino aquello que en su palabra traiciona lo que casualmente no quiere en absoluto decir. Se puede simpatizar, comprender a las personas; pero el psicoanalista no trata con personas, sino con un cierto sujeto un tanto escabroso pleno de meandros y que se llama: Inconsciente”.7

La actualidad del capítulo cuatro resultó asombrosa para mi relectura de estos días. Masotta nos habla allí del chiste como modelo y anticipa cuestiones que Jacques-Alain Miller ha comentado en Barcelona, justamente hace un año, en ocasión de la publicación del Seminario 5.

En el quinto capítulo se refiere a su audiencia en Vigo, a la que conozco bien porque viajé a Galicia a seguir la enseñanza de Lacan que Masotta había querido para el mundo, durante algunos años después de su muerte. Esta audiencia estaba compuesta mayormente (como lo comprenderán por la descripción que el mismo hace de ella y que he citado antes) por trabajadores de salud, médicos, psicólogos, trabajadores sociales. Dentro de unos días nos ocuparemos de hablar de estas cuestiones en ocasión del Encuentro sobre Salud Mental que se desarrollará en Buenos Aires. Les voy a tratar de transmitir la actualidad del primer párrafo del capítulo frente a esta audiencia que no era del mundo de la cultura sino más bien de los trabajadores de la salud. Masotta deja muy clara su posición: “De acuerdo al orden de los temas que figuran en el programa debería ahora hablar sobre el psicoanálisis y medicina, o mejor sobre el saber médico y el saber en el interior del discurso psicoanalítico […] ¿pero no es más o menos obvio, como señala Lacan, que tratándose del deseo los poetas están mejor preparados que aquel que fue formado en las disciplinas medicas?”8

Dicho lo cual pasa a hablar del cuerpo erógeno y de sus bordes. La cuestión de la prohibición del incesto y de que el cuerpo se sexualiza en un mal lugar puesto que a la vez el cuerpo es sexualizado por la madre, aprendizaje necesario; a la vez, referencia y corte, objeto genuino y perdido que funda el punto de horror en la psicología de la vida erótica en Freud: si el partenaire genuino está prohibido, solo quedan sustitutos. Masotta está advertido, sin embargo, de la preeminencia del complejo de castración por sobre el complejo de Edipo.

El capítulo 6, finalmente, ubica los tres tiempos del Edipo del Seminario 5, para hacer referencia a la función del padre y al concepto de culpa y obediencia retrospectiva.

¿Cuál es la actualidad de estas lecciones del maestro?

J.-A Miller en su último curso titulado La experiencia de lo real9 y en un comentario sobre “El triángulo de los saberes” publicado en Freudiana N°25,10, nos dice que el psicoanálisis tiene un problema difícil de resolver entre la doxa y el matema. Habla de tres saberes: el saber-semblante, el saber-verdad y el saber-matema. El saber-semblante, que es el del discurso universitario, quiere que sea posible armar un programa para enseñar el psicoanálisis, lo que es imposible puesto que para Lacan saber y enseñanza no se recubren, y ello debido a la relación entre el saber y el goce.

Como ustedes saben había, hay, un programa de Masotta para leer a Freud desde Lacan. Estudie con Masotta con ese programa y a la vez enseñe con él. Pero lo bueno de ese programa es que no se quería universitario. Se sabe de la posición de Masotta respecto de la universidad. Así, este programa no era puro saber-semblante, introducía al sujeto a nivel de saber-verdad. En la universidad y en la IPA tenían miedo de Masotta. Por supuesto que esto no implica superponer universidad a discurso universitario. De hecho, Masotta hablo de la universidad; su estilo no prescindía del discurso universitario no del saber médico, pero de algún modo subvertía estos órdenes. La contradicción entre saber y enseñanza es una contradicción que despierta, pero si no se tiene la energía para sostenerla se es aplastado por ella.

No se puede hacer un programa de enseñanza porque está el saber-verdad. Pero no se está contento con el saber-verdad porque está el matema. A la vez, el matema no recubre todo lo real. Las lecciones de Masotta van más allá del saber-semblante y privilegian el saber-verdad. Quizás hay en estas lecciones una cierta ausencia del saber-matema-. Es verdad que este curso de introducción al psicoanálisis es de 1976, es decir, coincide con el año que Lacan dicto su seminario “L’insu que sait de I’Une- bévues’aile á mourre”. Aun así, creo que Masotta prefería la doxa al matema y la retórica a las matemáticas. Algunos le han criticado bastante esta cuestión. Sin embargo, esta preferencia tenía una ventaja: Masotta no nos apabullaba, ni aun en su libro sobre “la carta robada”11 con un lenguaje cerrado, imitativo e incomprensible. Miller ha ironizado sobre los pretendidos lacanianos que quieren hablar más difícil que lacan para saberse lacanianos. Y se jacta de tratar de hacer más fácil lo difícil. Coincido en que el más conocedor de Lacan es el que puede explicarlo con aparente simplicidad. Masotta conocía también esa ventaja, estas lecciones dan cuenta de ello.

Y voy a terminar con una anécdota que habla de la generosidad de Masotta y de su deseo de transmitir el psicoanálisis. Cuando llegué a Barcelona, en el 76 (Masotta había llegado en el 74) le dije que quería retomar mis clases con él que había comenzado en Buenos Aires, porque gracias a Masotta fui lacaniana antes que psicoanalista, al revés del amigo del que hable al comienzo. Masotta me contestó que había que proseguir la enseñanza, que éramos pocos en España y que más que tomar clases había que darlas.

En un artículo publicado en El murciélago que se llama “El filósofo bombero” y que Graciela Musachi me hizo conocer en ocasión de una reunión de la Comisión de la Garantía en la EOL, Odo Marquard dice algo que podría resumir lo más importante de la lección de Masotta: “La razón es el esfuerzo de notar, de no reprimir nada, de esforzarse por considerar el resto, e incluso, es renunciar al esfuerzo de permanecer idiota”:

Creo que Masotta me transmitió algo de este deseo. Habría que hacer un esfuerzo para permanecer idiotas; el deseo del analista es renunciar a este esfuerzo.

NOTAS

  1. Masotta, O. lecciones de introducción al psicoanálisis. Gedisa, Bs As., 1986.
  2. Ibid., p 16
  3. Ibid.,
  4. Ibid., p 15
  5. Ibid., p 29
  6. Ibid., p 37
  7. Ibid., p 65
  8. Ibid., p 97
  9. Miller, J-A. La experiencia de lo real en la cura psicoanalítica, Paidós, Bs As, 2003.
  10. Miller, J.A “El triángulo de los saberes” Freudiana N°25 Barcelona, 1999, pp 13-20
  11. Masotta O, Introducción a la lectura de Jacques Lacan, Corregidor, Bs As, 1974.

Artículo completo disponible en Revista ENLACES – PSICOANÁLISIS Y CULTURA N° 25 (AÑO 2019)