La giganta *

Mujer indomable, misteriosa, para muchos una musa inspiradora dentro del surrealismo (aunque ella luego afirmará de manera contundente: “No tuve tiempo de ser musa de nadie. Estaba demasiado ocupada rebelándome contra mi familia y aprendiendo a ser artista”). Leonora Carrington es una rebelde que hace de su arte y su vida una verdadera leyenda, aunque siempre reniegue de los elogios y los homenajes.

Inglesa de nacimiento, toda su obra gira alrededor de seres fantásticos de mitos y leyendas de la cultura celta, cuentos de hadas, relatos de fantasmas, historias que su madre y su nana le contaban de niña. Leonora recrea esos personajes fabulosos en universos soñados, ambientes mágicos, y termina creando una mitología tan original como asombrosa.

La historia de Leonora y el surrealismo, a quien conquistó con su audacia y talento, empieza cuando su madre le regala un libro sobre el movimiento con una ilustración de Max Ernst en la tapa, que la deja fascinada. A los 19 años, conoce al artista personalmente y sucede el milagro del amor a primera vista. Él tiene 46, por lo que la relación resulta escandalosa (y como para agregar un detalle: es casado). Pero nada detiene a la joven Leonora, como nada la detendrá nunca.

La maravillosa historia de amor termina cuando a él lo encarcelan (por ser alemán, ya que cuando empieza la Segunda Guerra Mundial la pareja está viviendo en Francia). Leonora sufre al punto de ser internada en un par de instituciones mentales, de las que huirá (como es de imaginar) para terminar instalándose la mayor parte de su vida en México. Por ello muchos la consideran una pintora mexicana, de origen inglés.

La suya termina siendo una vida única, forjada con valentía y enfrentándose a todo tipo de prejuicios y barreras. Ya desde adolescente se enfrenta a su propia familia para poder ser quien quiere ser, despreciando el mundo aristocrático al que pertenece. Lucha que más tarde refleja en un cuadro con un festín delirante, en el que un grupo de caballos ricamente ataviados (que representan a su padre y la aristocracia) se regocija devorando niños.

Para el genial Max Ernst es “la novia del viento”. Otro genio como el cineasta Buñuel la define como “la que nos libera de la miserable realidad de nuestros días”.