Clínica

El objeto autístico no es el objeto a [1]

Por Juan Pablo Lucchelli

Elida Ganoza:

Tengo la satisfacción de abrir este encuentro por el Espacio de Investigación de Autismo y Psicosis en Psicoanálisis que reúne a todos los grupos y espacios de investigación que sobre el tema del autismo inscriben su trabajo en las sedes de la Nueva Escuela Lacaniana del Campo Freudiano. Ellos forman la base donde se apoya el Observatorio sobre Políticas del Autismo por la NEL. Yo quisiera también mencionar que este encuentro de hoy ha sido previsto y organizado debido a que no nos hemos podido reunir como siempre lo hacíamos en Bogotá por la Semana del Autismo, que no ha podido ser por los problemas evidentes que nos ha causado la pandemia de poder trasladarnos a otros lugares de forma presencial. Por es que queremos presentar esta actividad cerrando el año para poder estar juntos y reunirnos y compartir con nuestros colegas y amigos el trabajo que nosotros estamos siempre tratando de difundir. Esta semana en Bogotá siempre es auspiciada por la Antena Infancia y Juventud que su directora es Lidia Ahumada y también está esta actividad de hoy está auspiciada por la NEL y ahí aprovecho para agradecer en este momento a Marcela Almanza, presidenta de la NEL, y Raquel Cors, vicepresidenta, porque ellos nos han apoyado para hacer esta actividad y las otras también que hemos tenido durante el año; también a la FAPOL con su presidenta Viviana Berger que siempre también está dispuesta a apoyarnos en los trabajos que nosotros realizamos.

La primera semana de mayo en este año hicimos una actividad y quisiera que también ustedes la conozcan y que también estuvieron muchos inscritos, fue Desafíos con sujetos autistas en los momentos de confinamiento. Tuvimos como invitado a Iván Ruiz. La siguiente actividad que nos ha congregado a esta investigación ha sido la presentación del libro Inclusiones y segregación en educación – Un encuentro entre docentes y psicoanalistas, que ha sido la semana pasada, el jueves 3 de diciembre y la de hoy, que nos acompaña Juan Pablo Lucchelli con el tema El objeto autístico no es el objeto a. Le damos, todas las responsables de grupos y espacios de investigación, la bienvenida. Nuestro invitado, Juan Pablo Lucchelli, es psiquiatra, psicoanalista en Suiza, miembro de la Escuela de la Causa Freudiana y de la AMP. Tiene una prolífera trayectoria de estudios académicos, de docencia, de producción bibliográfica. Solo mencionaré que es doctor en Psicoanálisis por la Universidad de París VIII y es enseñante de la Antena Clínica de Ginebra y profesor del Departamento de Psicopatología y Clínica Psicoanalítica de la Universidad de Rennes. Le damos nuestra más cálida bienvenida. Antes de darle la palabra le paso la palabra a Lizbeth Ahumada que se va a referir a su producción que nos tiene realmente muy pendientes y que todos vamos a tener que aprender rápidamente francés para poder leerlo si es que no se hace pronto una traducción.

Lizbeth Ahumada:

Simplemente para mencionarles que Juan Pablo Lucchelli ha publicado diversos libros y que le hemos hecho una propuesta: hacer un recorte de sus publicaciones tomando en consideración los dos últimos libros. El primero: Autismo, ¿qué lugar para el psicoanálisis?, del 2018, prologado por Jean-Claude Maleval y publicado por Ediciones Michèle; y el segundo, de aparición muy reciente, hace unos meses, Introducción al objeto a de Lacan, prologado por François Leguil y comentado por François Ansermet, quien augura que este libro devendrá una referencia en el esclarecimiento de uno de los conceptos claves del psicoanálisis. Nuestra propuesta a Juan Pablo fue tomar en consideración su última contribución, es decir, la de la introducción al objeto a y a partir de allí echar luz al campo clínico del autismo para esclarecer que el objeto a al que se dedica en ese libro no es el objeto autístico. Esta diferencia nos parece que implica elucidar la lógica que está en juego con relación al objeto y a la subjetividad en general y al sujeto autista en particular. No añado más. Juan Pablo, te doy la palabra.

Juan Pablo Lucchelli:

Buenos días. Mil gracias por la invitación. Estoy muy contento de estar en relación con el mundo hispánico. Espero que los que no son argentinos soporten mi acento argentino y espero que los argentinos soporten mi acento argentino de hace 30 años porque hace tiempo que no estoy en Argentina. Y el otro problema es que hablo muy rápido así que trato de hablar lo más despacio posible.

Efectivamente, me parece genial este ángulo de estudiar la diferencia entre objeto a -que no se sabe muy bien qué significa- y objeto autístico -que tampoco se sabe muy bien qué puede significar-. Como saben, en psicoanálisis, la palabra objeto se presta a una gran polisemia. Definir el objeto en psicoanálisis es complicado, por eso en mi libro sobre el objeto a que lo publicito un poco aquí –Introduction à l’objet a– al inicio trato de no hablar del objeto a, sino hablar del objeto en psicoanálisis y luego decantar la noción de objeto a. Por ejemplo, si tomamos Psicología de las masas y análisis del yo, de Freud, ahí hay ya una idea del objeto; en Tres ensayos para una teoría sexual, hay una idea del objeto: un objeto pulsional o erótico; en La más generalizada degradación de la vida amorosa, otro texto de 1912 hay otra noción del objeto erótico, por ejemplo, sin hablar del objeto fetiche, etc., etc.

Pero, está claro que hay algo en relación con el objeto, que puede llamarse “parcial”, que tiene una cierta relación con la repetición y que para Lacan es seguramente problemático. Tomemos, para citar solamente, un solo ejemplo. Cuando Freud escribe sobre de la Gradiva, habla del amor justamente, hay algo con lo cual Lacan seguramente no estaría de acuerdo. Creo que Lacan nunca dijo nada al respecto, pero tendría que no estar de acuerdo y es que el problema de Freud es que considera el amor en la Gradiva como una repetición. Es decir, el joven Norbert Harold va a encontrar en Pompeya esta chica Zoé, pero en realidad la conoce desde la infancia, etc., etc. Solamente se puede repetir. Y lo que propone Lacan es que hay algo justamente en el amor que no se repite y que tiene una cierta relación con este famoso objeto a.

En mi libro trato, por un lado, hablar de qué es el objeto en psicoanálisis y luego dar un lugar al objeto a. Y mi idea es, contrariamente a lo que se dice o se decía antes, no avanzar la idea según la idea según la cual el objeto a sería una especie de consecuencia lógica en el pensamiento de Lacan que necesariamente lo lleva a otra cosa que la preeminencia de lo simbólico y sería el objeto a. Evidentemente, no es que sería falsa esta idea. Mi idea es un poco más detectivesca en el sentido de que encuentro de manera precisa cómo Lacan, en un momento dado, aísla el objeto a a partir de algo que tiene que ver con una experiencia, si no es una experiencia clínica, sino con algo que no es una necesariamente una necesidad teórica.

Entonces la idea es que nadie ignora -supongo- que Jacques Lacan -el psicoanalista francés- empezó a ser Lacan con el estadio del espejo. No es que antes no haya escrito. Escribió sobre el caso Aimée, escribió sobre neurología en los años 20, por ejemplo; pero la novedad es este estadio del espejo que surge una primera ocurrencia en 1936 en Londres -pero es una comunicación oral-, y en realidad es en 1938 que hace la primera comunicación oficial de lo que es el estadio del espejo. Y lo que se puede ver de manera bastante clara -y esto de lo que demuestro en otro libro, porque es una trilogía en realidad. No es una trilogía de novela, pero es casi una novela-. Es un libro que publiqué en el 2017 que se llama Lacan, de Wallon a Kojève y en este lugar demuestro cómo Lacan extrae prácticamente todas sus observaciones de Henri Wallon. Henri Wallon es el psicólogo que ustedes conocen -supongo-, es justamente este psicólogo que llegó a ser profesor en el Collège de France -es decir alguien muy importante- y es él quien coordina en la Enciclopedia Francesa sobre la vida mental e invita a Lacan en el ’38 a escribir algo sobre la vida mental y Lacan saca, entre otras cosas, la idea del estadio del espejo. Es bastante interesante y genial porque ve cómo hay dos enigmas. Por un lado, no se sabe muy bien siendo Wallon quien invita a Lacan, Lacan en ningún momento menciona a Wallon. Y segundo, es que es más que evidente que Lacan toma un montón de información sobre Wallon -si ustedes quieren-, se copia de Wallon sin mencionarlo. Es sobre todo extraño porque primero Wallon lo invitó y segundo -es lo que sabemos gracias a la maligna de Roudinesco- que Wallon corrigió un montón la prosa de Lacan, que no era muy clara, un poco joven y apasionada. Quizá a raíz de eso Lacan no quiso mencionarlo. No se sabe.

Lo importante es que hay un misterio que es ese. El segundo misterio por qué Lacan no cita un punto fundamental que es que si bien Wallon habla -no de estadio del espejo- pero de un momento en que la imagen en el niño en el espejo es fundamental, por qué Lacan no cita o evoca en el ‘38 y luego en el ‘49 un momento clave que es lo que Wallon llama el momento en el que el niño no solamente se reconoce en el espejo, sino que además se da vuelta para corroborar la mirada del otro. No digo más por el momento. Entonces, por un lado, les digo algo que ya he dicho antes y por otro avanzo con la novedad que aporto en mi libro y es que Lacan deduce el objeto a de lo imaginario. Esto fue dicho por otros autores, pero de manera no muy clara y me parece que es evidente que, en un momento dado, Lacan lo deduce de distintas observaciones clínicas, no se sabe muy bien de quién, quizá de colegas que trabajan con niños, etc. Entonces, ¿cuál es el punto fundamental? Es que, en un momento dado, en el ’38, en el ’49, Lacan habla del estadio del espejo y del momento en que el niño se reconoce, la famosa jubilación -la alegría del niño frente al espejo-, -en esto Lacan insiste mucho- entre 6 y 18 meses, el niño se reconoce en esta especie reconstrucción imaginaria de su propio cuerpo pero que no dice en el ’38 y que lo dice Wallon en su texto es que este momento en que el niño estando frente al espejo se da vuelta para ver quién está detrás. Lacan se refiere de distintas maneras diciendo que es el momento en que el niño no solamente se reconoce en el espejo, sino que, además, trata de encontrar el asentimiento del otro, es decir la mirada de este otro que está en algún lugar y que ya no se trata solamente de que esté contento de verse en el espejo sino de que haya otro que diga efectivamente es él. Entonces, se puede ver que, por ejemplo, hasta 1960 Lacan nunca se refiere a este aspecto fundamental que está ya en Wallon en los años ‘30. Es en el informe de Lagache en que por primera vez Lacan en 1960 se refiere a este momento fundamental. Se los cito para quien le interese, en los Escritos en español, página 658. Es un poco oscuro como de costumbre en Lacan. Cito:

Pues el Otro en el que se sitúa el discurso, siempre latente en la triangulación que consagra esa distancia, no lo es tanto como para que no se manifieste hasta en la relación especular en su más puro momento: en el gesto por el que el niño en el espejo, volviéndose hacia aquel que lo lleva, apela con la mirada al testigo que decanta, por verificarlo, el reconocimiento de la imagen del jubiloso asumir donde ciertamente estaba ya.

Como de costumbre no se entiende muy bien, pero hay que leerlo varias veces. El momento es clave. La palabra gesto y volverse hacia atrás. Cito a Wallon en el texto que les evoqué hace un instante, Les origines du character chez l’enfant, o sea Los orígenes del carácter en el niño. Dice:

“En el momento en el que el niño se da vuelta, [Esto es bien antes que Lacan lo diga] el gesto de atribución quien llevó la imagen al objeto [dice que, por ejemplo, cuando el niño, hay una persona adulta detrás y se da vuelta para ver la persona que está en el espejo] el gesto de atribución que llevó la imagen al objeto y que traduce su yuxtaposición en identidad no tuvo como punto de partida la intuición previa de esta identidad. Esta intuición, al contrario, es la consecuencia de este gesto. Este gesto la prepara, le trazó la vía”.

Es un poco oscuro también, pero bueno. Coincide con la palabra gesto que se encuentra en Lacan y esta idea de que ciertamente “estaba ya”. Dicho de otra manera, esta presencia del Otro estaba ya condicionando la percepción que tiene el niño de sí mismo frente al espejo y frente a la identidad y frente a lo que pueda reconocer en lo imaginario.

Lo que me parece increíble e interesante es por qué Lacan espera hasta 1960 para hablar de este famoso gesto. Traten de seguirme porque es el punto capital de la demostración en realidad. ¿Por qué espera hasta 1960? ¿Por qué no lo dice en el ’38 o en el ’49 cuando publica el estadio del espejo? Y aquí viene lo que aporto como novedad ahora. Ustedes saben bien que la idea del objeto a de Lacan comienza a introducirse poco a poco seguramente en la época del Seminario La angustia. La angustia es del ’62 al ’63. Dicho de otra manera, hay un terreno que se prepara desde 1960 al ’62 para justamente poner el dedo en el punto fundamental, es que lo imaginario no es suficiente; lo que es fundamental es este condicionamiento Otro -digamos-, simbólico si les parece, de la incidencia del Otro en el niño. Y la pregunta que uno se hace es que si lo que dice Lacan es verdad, si lo que dice Lacan es el momento más puro de la relación del niño, del sujeto al espejo, ¿por qué no lo dice en el ’38 o en el ’49? ¿Por qué espera hasta el ’60 para decirlo si es el más puro momento? Entonces, lo que me parece fundamental es que aquí Lacan vuelve a un cierto interés a lo que se llama la psicología experimental. Yo creo que habría que escribir un libro, y si no es un libro una tesis que tendría que llamarse Lacan y la psicología experimental. ¿Por qué? Porque ustedes saben que algunos diferencian el psicoanálisis y la psicología, la psicología como siendo lo opuesto del psicoanálisis, pero aún más la psicología experimental. Está algo como científico, cognitivo, Pavlov, etc. Sin embargo, Lacan se interesa mucho en la psicología experimental. Se interesa en Pavlov, cita mucho a Wallon, cita mucho a Piaget, cita mucho Köller, etc., etc. De manera que Lacan y la psicología experimental tendría que ser un tema de tesis en América Latina, en Francia, poco importa. Si no la hacen otros, quizá la haga yo cuando tenga tiempo.

Entonces, lo que me parece fundamental es este aspecto. Entonces, mi hipótesis -se los digo ya- es que Lacan deduce entonces la idea del objeto a a partir de este gesto que descompleta la imagen de lo imaginario, en el espejo. Allí donde hay un yo que se reconoce fácilmente, hay algo que lo descompleta, lo condiciona, lo modifica, etc. Se los puedo leer cuando en De nuestros antecedentes, Lacan habla de este aspecto. Dice:

“Lo que se manipula en el triunfo del hecho de asumir la imagen del cuerpo en el espejo, es ese objeto [¿qué objeto? No se sabe] evanescente entre todos por no aparecer sino al margen [al margen de la imagen justamente]: el intercambio de las miradas [entre el niño que está frente al espejo y el adulto que está atrás o el Otro si se quiere], manifiesto en el hecho de que el niño se vuelva hacia aquel que de alguna manera lo asiste, aunque sólo fuese por asistir a su juego.”

Aunque solo asiste a su juego, esta mirada del Otro es capital y es lo que realmente introduce al ser hablante en el lenguaje y no el lenguaje como sí mismo. Volveré sobre el caso. Entonces, uno se pregunta: si es tan fundamental este momento capital que Lacan recupera en los ’60 en el estadio del espejo, en el más puro momento, ¿por qué no lo ha dicho antes? Entonces me pregunté, si Lacan espera hasta el ’60 y cuando publica el artículo sobre el informe sobre Lagache, es decir el modelo óptico, sería interesante de ver en qué momento Lacan introduce al origen este modelo óptico. Y desde aquí, donde introduce Lacan el modelo óptico que recupera en el ’60, es nada más ni nada menos, en el ’54, en el Seminario I cuando trata especialmente el caso Dick, el caso Dick de Melanie Klein. El caso Dick que no es ni nada más ni nada menos que un caso de autismo, como por casualidad. Entonces, yo hace 30 años consideraba a Dick como un caso de psicosis -era lo que se enseñaba en ese momento- pero es evidente que no es un caso de psicosis, es un caso de autismo. Hay todos los elementos que Lacan -dicho sea de paso- nunca dice psicosis en el Seminario y que -dicho sea de paso, también- Melanie Klein es bastante reticente a llamar a este caso psicosis. Dice, llamémoslo psicosis porque, en fin, no nos queda otra, pero es incluso diferente de las psicosis que uno puede llegar a ver. Aquí hay algo genial y un poco anecdótico que es lo siguiente: Lacan está en su primer Seminario “oficial” -digámoslo- Los escritos técnicos, trata de demostrar cómo impregnado por la dialéctica y Kojève -porque fue su maestro, su referencia- trata de demostrar cómo la cura psicoanalítica es una cura por la dialéctica y, segundo, trata de mostrar cómo en el caso Dick se trata de una especie de movimiento dialéctico que justamente, de alguna manera, es interrumpido por la brutalidad de Melanie Klein pero, al mismo tiempo, ayudado por Melanie Klein. No está muy claro. Entonces, trata de mostrar cómo Melanie Klein, de manera brutal – ¿se acuerdan de esto?-, le encaja el trencito cuando el niño no sabía nada. Era un pobre inocente el niño. Y lo que no fue publicado en el Seminario I, en la versión oficial digamos, es toda una clase entera donde hay un intercambio con una joven, Marie-Cécile Geninnier, quien está encargada de hablar del caso Dick. Entonces, la joven en cuestión habla del caso Dick -leído en inglés- y entonces la participante dice que justamente el niño no decía nada, no hablaba, solamente debía decir dos palabras: tren y estación. Entonces Lacan le dice -todo esto no apareció en el Seminario-: “Pero ¿qué está diciendo? Tenga cuidado con lo que usted dice porque lo que usted dice es fundamental. ¿Está segura realmente de lo que dice? Porque eso cambiaría todo”. Y esta joven dice: “Por supuesto. Lea el artículo. Las únicas palabras que sabe decir son “tren” y “estación”. Un minuto después Lacan no sabe qué hacer con esta historia y dice: “Finalmente esta historia no tiene mucha importancia”, cuando en realidad es fundamental justamente. ¿Por qué? Con esto avanzo un poco en el tema del autismo. Lo que es fundamental es apoyarse sobre lo que ya funciona en el autista. Y si lo que único que funciona en el autista es el interés “específico” -digámoslo- por los trenes y las estaciones, mejor apostar a eso y no introducir nuevas cosas que el niño lo va a tratar como algo intrusivo justamente. Entonces, Lacan está en aprietos. Sufre una especie de sesión corta con esta mujer. Se vuelve a su casa y la semana siguiente tiene que decir algo respecto a este tema que hubo, que se equivocó Lacan. Y lo que hace -como es Lacan y es más genial que los demás-, pare el esquema óptico, nada más y nada menos. ¿Y qué es el esquema óptico? Parece complicado, pero dice que, si hay una percepción de la imagen del cuerpo, etc., etc., entera, agradable, perceptible, es porque existe en algún punto otra mirada. ¡Genial! Entonces, a tal punto que Lacan dice que, si hay hasta cierto punto una modificación de esta mirada del Otro, la percepción de sí mismo está perturbada, etc., etc. Me parece absolutamente genial. ¿Por qué me parece genial? Porque lo que dice él es que este pobre Dick, como no tiene esta otra mirada, no puede jugar, no tiene una percepción socializada del juego. Dice: “Este niño no sabe jugar”. Y ¿por qué genial? Porque es en el autismo donde ustedes no tienen este gesto de volverse hacia la mirada del Otro. Es lo que falta en el autismo y es lo que Lacan lo pone a las luces en el ’54, no teniendo él mismo una gran experiencia con el autismo -dicho sea de paso-. Sin embargo, hay esta percepción genial. ¿En qué es genial? En que esto se dice en 1954 y hay que esperar hasta 1990 para que la psicología cognitiva vaya a experimentar -por eso les dije antes- y se ponga a hablar de la atención conjunta, joined attention. Es decir que la idea de la psicología cognitiva es que, para interesarse en el mundo, para introducirse en lo simbólico -vamos a decir- lo fundamental no es que el bebé se refiera a la mirada de otro y a la significación que este otro le haga del mundo. Es decir, es la teoría de la triangulación del deseo, ternario en Lacan, dicho por los cognitivistas 40 años después de Lacan. Una pequeña anécdota de escolástica.

Quería decirles que Lacan habla de esto en el seminario de La angustia justamente, donde empieza el objeto a, habla de esto 2 veces: “Sepan que este gesto fundamental del cual ya les he hablado donde el niño se vuelve hacia el Otro…”. ¿Qué ocurre si no se vuelve hacia el Otro y queda demasiado capturado por la imagen propia sin hacer participar este Otro? Se terminó todo. Es la psicosis. Léase es el autismo. Les digo que no sé en qué página sobre el Seminario La angustia en español, en la edición francesa es en la página 42, en un momento Lacan dice que hay una mutation de tête. Miller se equivocó. Y no es una m, es una n. En español se tradujo -obviamente- lo mismo que en francés, con el mismo error, y se pone hay una mutación de cabeza[2]. No quiere decir nada. Es ridículo. La palabra en francés es nutation, que quiere decir el giro de la cabeza. Se usa cuando en el parto. Ahí se realiza una nutación de la cabeza para que el niño pueda descolocarse del vientre materno. Entonces, nutación y no mutación. Entonces, lo que es fundamental es ¿cómo puede ser que Lacan perciba ya en los años ’50 que hay algo en la mirada del Otro que no funciona y que condiciona el caso Dick y que es un caso de autismo? Y que 40 años después, con toda la ciencia, la resonancia magnética, todo lo que se les ocurra, la psicología cognitiva lo descubra cuando fue descubierto 40 años antes. Es sorprendente. Pero así todo, el tema es cómo puede ser que estemos frente a la idea que lo que se percibe, en todo caso, de una percepción -digamos- que construye el sujeto pase a través del Otro y la mirada del Otro en particular. Es por esto que los cognitivistas hablan de mind blindness, es decir, ceguera mental. Y la idea del cognitivista es que hay una ceguera mental en el autismo y que no puede percibir la mirada del Otro que lo conduce a incorporar el mundo simbolizado y que por eso es autista y es lo que ellos llaman la teoría del espíritu. Quiere decir la capacidad de estar en contacto y en relación con el otro de manera “empática”, etc., etc., socializar, el deseo del Otro -vamos a decir-, pero no utilizan este término.

Entonces para decir que, si ustedes siguen esta idea, le voy a pedir a Adolfo que muestre el primer esquema. Con esto van a ver algo que va a hablarles un poco más. Es el esquema 1.

Este es el esquema de los cognitivistas, que es interesante porque quiere decir que el A es el Otro, o el adulto si quieren. S es el sujeto -si les parece-, el niño, el bebé; y el cuadrado es el mundo en tanto representación, significación. Entonces, lo que dicen los cognitivistas -que descubren 40 años después- es que si yo tengo un acceso al mundo es que nunca voy a tener un acceso directo, va a ser un acceso a partir de la mirada del Otro, de la significación que el Otro da a este mundo. Incluso, mi propio cuerpo, como imagen, que yo pueda incorporar mi propio cuerpo como siendo mi propio cuerpo, esto lo recibe como una significación dada por el Otro y no un acceso directo. No hay una relación directa al mundo.

Esquema 2, por favor.

Les indico que es el modelo óptico evidentemente donde tienen, por un lado el sujeto, y su propia imagen. La imagen no es en el cuadradito de i(a) sino en el A que es el espejo. Y que esta percepción del mundo, pero teniendo en cuenta que el cuerpo propio es una parte del mundo también, está garantizado por la mirada del Otro. Es decir por el ojo que ustedes ven allí arriba. No se si perciben que en el esquema óptico hay “dos” ojos -o si quieren-, una visión que es una la del sujeto y otra del Otro que está allí para dar una signficación a eso que está allí. Lo importante es esto. Hay dos ojos -si les parece-, el del sujeto y el del Otro en particular.

El tercer esquema, por favor.

Digo que no hay que ser Einstein para darse cuenta de que el esquema óptico de Lacan y el esquema de los cognitivistas -que lo descubrieron 40 años luego- es exactamente el mismo. Por un lado, si ustedes pueden poner donde está el cuadrado -que es el mundo- el espejo -el espejo del mundo con su significación-, el espejo del mundo con respecto al propio cuerpo y a la imagen del propio cuerpo y este ojo que garantiza que exista esta significación y que da la posibilidad de incorporar el niño a este mundo significado, a este mundo significante -en realidad-. Entonces, encontramos aquí que la coincidencia es casi punto por punto. Es exactamente lo mismo. La diferencia -muy interesante- es que como los cognitivistas son muy cognitivistas no peuden entender que en este cuadrado -que es la significación del mundo- está también -y sobre todo- la imagen del propio cuerpo. Y eso es lo que interesa a Lacan, por supuesto.

Creo que hay una imagen más, la cuarta.

Es una imagen muy casera. Si la teoría del espíritu -según los cognitivistas- significa que la palabra y el significante, etc., está dada por la mirada del Otro y por la significación que el Otro da a esto. Por ejemplo, la mesa. Un niño sabe que una mesa es una mesa con la signifación de la mesa, antes de saber que se llama mesa, sirve para hacer deberes, dibujos, para comer, etc., porque hay Otro que le significa que esto tiene esta funcionalidad hasta tal punto que en el autismo sale la funcionalidad del objeto. Vemos bien que en el autismo justamente no hay esta percepción de la mirada del Otro -que es lo que ya dice Lacan en el ’54, con respecto a Dick-; y que la relación al mundo no se produce por esta vía de significación, de socialización -llamen esto como a ustedes les parezca-, el deseo y que se produce esta incorporación del mundo sin alienación. Dicho de otro modo, si en el primer modelo -que sería el no-autístico -el neurótico si les parece, o psicótico tambien- hay primero alienación y luego una separación en el sentido de que el mundo tiene otra significación que el hecho de estar con la madre, por ejemplo, es lo que Melanie Klein llama la fase depresiva. Esto no existe en el autismo donde la vía es completamente otra. Les puedo también decir que aquí también es muy interesante la comparación con la psicosis -y es la razón por la cual el autismo no es la psicosis, no tiene nada que ver-, es que justamente puede que haya una evitación del Otro y de la mirada, un rechazo y que justamente esto, en un primer tiempo, se incorpora al lenguaje como el neurótico y luego en un segundo tiempo -a los 15 años, 20 años, poco importa- hay algo que rechaza de esta imagen propia, como en signo en la esquizofrenia, etc., etc. Es para decir que tienen dos modelos aquí completamente distintos.

¿Qué quiero decir con esto? Si el objeto a se deduce de esta relación tercera al Otro, es lo diametralmente a lo que ocurre en el autismo -no digo objeto autístico-, digo autismo. El autismo -pero practicamente lo dice Lacan en los ’50- no signfica nada con esta mirada del Otro. En todo caso, el sujeto autístico no utiliza este Otro para apoyarse en él y abordar el mundo. Tiene otras maneras de abordar el mundo. ¿Cuáles maneras? El tren por ejemplo o la estación, o los intereses específicos, etc., etc. La relación del autista al mundo no pasa por el Otro. Entonces, hay algo que está completamente, diametralmente opuesto. Termino rápidamente la primera parte de mi charla y paso rápidamente a la segunda para que no sea demasiado largo.

¿Qué es el objeto autístico? Evidentemente, del objeto en psicoanálisis no sabemos muy bien de qué hablamos: objeto erótico, fetichista, narcisista, objeto a. No crean que el objeto en el autismo es mucho mejor. Se habla del objeto autístico y no se sabe muy bien de qué se está hablando. Habría que hacer tabula rasa y olvidarse de todo y preguntarse qué sería el objeto autístico. Se podría decir que se habla en el niño autista en particular -por supuesto- pero en el adolescente y el adulto de una tendencia bastante constante que se tendría de la necesidad de tener un objeto material -material en general- constantemente a su disposición. Es fundamental en el autista. No hace falta hacer una metafísica en el tema, es fundamental que tenga esto, una goma, por ejemplo. Yo tenía un paciente autista que tenía una goma y la hacía girar todo el tiempo. Entonces, ¿por qué digo esto? Porque la que introduce el tema del objeto autístico –y está bien que lo haya hecho, por supuesto- es Frances Tustin. Enseguida hace una lectura totalmente condicionada por el kleinismo, abre los objetos malos -el objeto malo del cual el niño tendría que deshacerse-; para ella el objeto autísitico es una parte del cuerpo justamente pero del cual tendría que separarse, una especie de separación, de fase depresiva como diría Melanie Klein. Pero va tan lejos a tal punto que estipula que los objetos autísticos es por definición duro. Entonces, como dice Maleval, no es muy complicado darse cuenta de que puede ser una lista eterna de objetos autísticos. Son todos duros. No es eso lo que caracteriza. Tustin va más lejos al imaginario, es decir en el mal sentido. Da el ejemplo de un niño que tiene autismo cuando va a verle a ella y, justamente, cuando logra sacarle el autito de la mano, se logra ver que la mano está toda impregnada de las marcas del autito, y eso muestra hasta qué puntoe el objeto autístico forma parte del cuerpo, en continuidad con el cuerpo, etc.

Me parece que esto es un equívoco y es justamente Maleval en uno de sus textos -no me acuerdo cuál- explica muy bien cómo esto está copiado un poco del objeto transicional también. Explica muy bien cómo el objeto autístico no tiene nada que ver con el objeto transicional, comenzando por el hecho de que -justamente, si se dan cuenta la palabra objeto es polisémica en psicoanálisis- si uno toma a Winnicott, el objeto transicional está muy bien pero lo fundamental ante todo es el espacio transicional, los fenómenos transicionales que condicionan, justamente, los objetos transicionales. El objeto en tanto tal es lo de menos. Puede ser un pedazo de lana, es lo de menos. Lo importante es lo que ocurre entre el niño y su madre, por ejemplo. Si quieren, en esa imagen que mostré antes de los ojos del niño y los ojos del adulto también, y que hay una separación. Dicho de otra manera, lo que me parece fundamental es que dejemos de lado el aspecto demasiado imaginario del término objeto en autismo. Puede ser cualquier objeto también. Y aquí lo que es importante es que, de la misma manera que he dicho que el autista no toma la mirada del Otro para significar el mundo, se puede decir que, no solamente no funciona de esta manera sino que funciona exactamente al revés de lo que funciona el sujeto no autistístico. ¿Qué quiero decir con esto? Que, como dice el enemigo del psicoanálisis -Mottron, que es un francés en realidad- que el lenguaje en el autista opera exactamente al revés que en el no-autista. El niño no-autista primero aprende a hablar y después aprende a leer, por ejemplo. En el autista es exactamente lo contrario, primero lee -sobre todo el tipo Kanner- y luego habla. Primero reconoce las letras y luego lo pones a hablar sobre las letras; primero reconoce las palabras -azul, rojo- y luego puede ponerse “azul”, “rojo” con el tiempo. ¿Qué quiero decir con esto? Que lo que me parece fundamental es que hay algo en la percepción que tiene el no-autista de la mirada del Otro que tiene que ver con lo imprevisible, tiene que ver con lo que no está calculado, tiene que ver con una cierta opacidad referencial -pueden tomar este término que es interesante-, el malentendido, el equívoco -hablamos pero no sabemos de qué hablamos en realidad-. ¿Por qué? Porque hablamos en relación con lo que el otro piensa que lo que uno dice es correcto pero en realidad no es necesarimente eso. Uno puede hablar la lengua española y hablar cosas completamente distintas, etc., etc. Y justamente este aspecto imprevisible es lo que no funciona en el autista y que no soporta el autista. Este aspecto imprevisible -el famoso Che vuoi?– de Lacan es lo que tenemos como punto fundamental que define al autista y que es un problema en el autista.

Aquí termino y les digo qué es lo que pienso con respecto al objeto autístico y cuál es la definición que me parece la más aproximada del objeto autístico y para qué sirve el objeto autítistico. Cómo -siguiendo el gesto justamente de Maleval- trato de interesarme en lo que dicen los autistas sobre el objeto autístico. Temple Grandin dice que no hay que sacarles el objeto al autista, otros autores dicen lo mismo. Y he aquí lo que dice una mujer muy interesante, Briggitte Harrison. Es una mujer autista que es asistente social y publica un libro llamado El autismo explicado a los no-autistas -a nosotros, digamos-. Entonces dice en un punto, traduzco: “¿Por qué el sujeto autista tiene siempre un objeto en la mano y rechaza dejarlo?”. Respuesta: “Un objeto que se tiene en la mano es considerado de manera errada como un objeto de transición. Para el autista se trata más bien de una marca o de una medida estable que lo ayuda a identificar su propio cuerpo en el espacio.” Me parece absolutamente genial como idea. Es decir que el autista tiene una ceguera mental -como dirían los cognitivistas-, no puede estar en la percepción del otro y el otro es demasiado caprichoso para lo que puede soportar y el mundo puede venirse abajo, pero si éste es tu objeto autístico, éste será siempre el mismo. Este objeto que tengo y que no puedo desprenderme de él, puede haber un tsunami emocional, afectivo, perceptivo que este marcador verde siempre será un marcador verde. Me parece que la verdadera definición del objeto autístico es la manera que tiene el autista en la sameness, es decir que en algún punto las cosas no cambien. Es decir, no hay esta elasticidad del neurótico con respecto al otro, esta percepción social modificada fácilmente que tiene el equívoco en el lenguaje, etc., el deseo -lo que es otra cosa. Cuando Éric Laurent habla del borde para decir que el autista se fabrica este mundo y que justamente el objeto autístico -lo digo porque lo llamamos así- ya es un comienzo de borde en el autista. Es decir de construcción del mundo que no pasa en lo absoluto por la mirada del Otro y el deseo del Otro.

Termino aquí.

NOTAS

  1. Intervención vía Zoom para el ESIAPP (Espacio de Investigación sobre Autismo y Psicosis en Psicoanálisis) y el Observatorio #5 sobre Políticas de Autismo en la NEL – FAPOL. Juan Pablo Lucchelli es psiquiatra, psicoanalista miembro de la École de la Cause Freudienne y de la AMP.
  2. J. Lacan. El Seminario, libro X, La angustia. Buenos Aires: Paidós, 2016, p. 42.

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