Clínica

Texturas de mujer

Por Florencia Fernandez

Por María Paula Giordanengo

Intentaremos acercarnos a la noción de “lo trans” a partir del film “La chica danesa” (2015), dirigida por Tom Hopper, que retrata la vida del pintor Einar Wegener.

La película está basada en la historia de Einar y Gerda, una pareja de pintores que viven en la Dinamarca de los años 20.

Gerda necesita un modelo femenino para terminar una de sus pinturas y pregunta a su esposo si sería capaz de hacerlo. Es entonces cuando Einar por primera vez coloca vestiduras y ropajes de mujer sobre su piel, pero no será la última. Este encuentra allí el surgimiento, la irrupción de algo nuevo.

En un comienzo, el placer estará en vestirse como mujer, para luego empezar a sentirse una mujer, abordando el desafío de encarnarlo a costa de su propia vida.

¿Qué es lo que le sucede a Einar en esa transmutación? ¿Cómo leer esto que se inicia casi como un juego para terminar con su convicción y su certeza de ser una mujer?.Podríamos decir que Einar gana un cuerpo, pero pierde una vida.

Cuando su cuerpo es in-vestido en texturas de mujer un goce lo envuelve inmediatamente. Comienza un trayecto hacia lo femenino, viéndose capturado por aquellas mujeres cuyos movimientos delicados idealiza. En una escena va a un prostíbulo para ver.

Detrás de un vidrio, imita los movimientos delicados y sensuales de ese cuerpo femenino que le resulta enigmático y revelador.

En este punto, podríamos decir que algo de ese cuerpo revela su Ser y lo libera de la prisión del real anatómico.

Cuando esta transmutación va teniendo lugar, esa vitalización del cuerpo tiene efectos sobre su pasión por la pintura. Hay un replegamiento narcisista y un vaivén anímico que va desde la euforia a la extrema angustia.

Gerda lo acompaña amorosamente en esa travesía en la que lo sume su pregunta sobre su ser y su sexo.

Algo que nos resulta interesante destacar - y que el director retrata muy bien – es que la pasión de Einar por la pintura es una pasión triste. Una repetición de cuadros de paisajes con diferentes colores y en diferentes versiones, de los pantanos que poblaron su infancia, en su tierra natal, permiten ubicar cierta iteración de una imagen fija que insiste.

Poco a poco, Einar abandona el arte y se dedica denodadamente a dar consistencia a una pregunta que va tomando la forma de una certeza. Podríamos decir, abandona el lienzo por las texturas que envuelven su cuerpo y lo pintan como mujer.

Va emergiendo allí, entre oleos y telas, “Lili”, nombre que le otorga Gerda en principio como un juego, antes de concurrir a una fiesta en la que lo asiste en su transformación femenina.

En aquella fiesta de artistas Lili captura todas las miradas, entre ellas la de Henrick. Será la primera vez que se siente seducida por un hombre.

Los retratos que Gerda pinta, con posturas cada vez más femeninas, capturan un Yo ideal que pugna por hacerse un lugar. Lo inmóvil del cuadro captura la esencia femenina que Lili intenta sostener.

Definimos trans a aquel que dice estar en el cuerpo equivocado. Es decir, que ese cuerpo que tiene, no es lo que él es, no lo representa. La afirmación Trans implicaría un desconocimiento como punto de partida: “este no es mi cuerpo”.

Retomando la noción de Trans, decimos entonces que nos plantea un desencuentro, un desfasaje entre lo que se tiene y lo que se cree que es.

François Ansermet se pregunta - en “Elegir el propio sexo: Usos contemporáneos de la diferencia sexual” - “¿Cómo puede una elección plantearse sin suscitar ninguna duda? Toda la cuestión reside en esta curiosa certeza.

Lo que el sujeto dice a través de su proyecto transexual es una suerte de “Yo no soy lo que soy”, reforzado con un “No soy lo que pretenden que sea”, de donde se desprende una especie de fórmula lógica que llega a ser inquebrantable”. Un empuje a la literalidad, la creencia de que puedo tener “el” cuerpo con el cual identificarme, un cuerpo que me representa, es decir la adecuación entre cuerpo y representación. Existiría entonces una imperiosa necesidad de ajustar la anatomía a la identidad.

Lacan nos enseña que la sexualidad es un agujero en lo Real, que no existe adecuación entre los sexos, así como nos habla incesantemente de la relación sexual que no hay.

Retomamos lo que dice Lacan en “O peor”: “el transexual quiere liberarse del error, cambiar el órgano para liberarse del error. Es a partir del órgano que es significado como chico o chica”. Podemos pensar que el problema está en que “es” el significante fálico al cual rechaza. La creencia es que se puede eliminar el órgano, pero: se podrá anular o amputar las zonas erógenas, los puntos de goce del sujeto?

Entonces se presentifica la angustia, cuando falta la falta. Es eso lo que se querrá ajustar, solucionar de una vez por todas. Aliviar la angustia, produciendo una ausencia.

Como dice Lacan en el seminario 4, la relación de objeto, trata justamente del objeto que no hay, y frente a esa falta, todos estamos en el mismo lugar, independientemente de la presencia o ausencia del órgano.

¿Cómo pensar la estructura de un sujeto Trans? En la línea del presente desarrollo, más allá de la importancia del caso por caso, podríamos aseverar que lo Trans daría cuenta de cierta ausencia de inscripción de la significación fálica. Ahora bien, porqué esto daría cuenta de la ausencia de una significación fálica o un rechazo al significante? ¿No tenemos todos un cuerpo en mayor o menor medida, diferente al que quisiéramos? ¿Dónde situar la diferencia?

Una respuesta posible es que aquí no hay un reconocimiento del cuerpo como parte de sí mismo, como siendo representado por él. Irrumpe la creencia de que ese cuerpo que le fuera otorgado no le pertenece y esto es una certeza, no una elección.

Haciendo un paréntesis para retomar la interrogación sobre la película, es interesante que el cuerpo del que Lili va apropiándose, que empieza con un boceto, una imagen en un cuadro y concluye en un proceso de feminización, es atribuido, otorgado por una mujer. Antes de esto, en una conversación que tiene Einar y Gerda, él recuerda cuando se vió seducido por ella.

Frente a la mirada de amigos, cada uno relata el modo en que se conocieron. Ella dice, “lo invité a salir, tomamos un café y lo besé, fue raro, era como besarme a mí misma”. Él dice, “ella presumía sus tobillos frente a mí. No pude negarme, la veía tan decidida!”.

El lugar de Gerda en la vida de Eimar se revela entonces como aquél que vino a recubrir un real. La transición entre lo masculino y lo femenino no es sin esa mirada, sus pinturas, sus telas.

Gerda es, para Einar, esa mujer que primero desea Tener y luego desea Ser. Algo notable y que se encuentra muy bien plasmado en el desarrollo de la película es que Einar - luego Lili - nunca duda del amor que siente por Gerda. Un amor que va mutando, de la mano de su búsqueda por su identidad. Del amor-pasión imaginario a un amor que no tardará en incluir la sororidad.

En varias escenas, ambas comparten momentos juntas. No obstante, el amor de Gerda por el hombre que Lili fue, resiste. Es sólo más tarde que Gerda comprende el profundo sufrimiento de Lili y deja ir a Einar.

En lo sucesivo, acompañará a Lili en las cruentas consultas médicas, hasta llegar a apoyarlo, a pesar de sus dudas y temores, en la cirugía por el cambio de sexo.

Allí la apuesta será recuperar o reconstruir su cuerpo verdadero, el que cree que tiene, por ello pensamos que lo trans propone un desafío impulsando a la ciencia a producir un nuevo Real.

De todas formas, habría que pensar si no podrá ser que lo trans y los nuevos semblantes de la época nos enfrentan a nuevas modalidades de goce que no dejan de ser más que la reproducción de lo mismo: Dar cuenta de la relación sexual que no hay, de la sexualidad que no existe, de la inadecuación y de la falta como estructurante.

Si hay algo que lo Trans nos muestra es que hay allí una constatación de la no correspondencia entre la identidad sexual y el sexo anatómico.

A modo de conclusión, diremos que, de lo que estamos convencidos como analistas, es que la noción de lo Trans no puede eclipsar el reconocimiento ante todo de la existencia de un sujeto, al margen de las categorías, las nomenclaturas o nominaciones, nuestra ética nos orienta a dar un paso al frente y habilitar la palabra para que la subjetividad advenga allí.