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Los síntomas contemporáneos en época del coronavirus

Por Jorge Bartoli

“Lo estimulante es que en los próximos años el analista dependa de lo real y no al contrario […] cuando los biólogos […] se imponen la restricción de un tratamiento de un laboratorio de las bacterias so pretexto de que, si las hacen demasiado duras y demasiado fuertes, bien podrían deslizarse debajo de la puerta y barrer con al menos toda la experiencia sexuada al barrer con el parlêtre”.
Jacques Lacan, "La tercera" [1]

 

“Lo real sin ley parece impensable. Es una idea límite que primero
quiere decir que lo real es sin ley natural”
Jaques-Alain Miller [2]

 

 

 

El objetivo del presente trabajo es realizar un breve recorrido conceptual de las implicancias de la irrupción del coronavirus en nuestra época, en la época del Otro que no existe, cual real que se instala en el mundo entero con consecuencias devastadoras.
Tal como nos indica Inés Sotelo, “…este virus, real que amenaza la salud, la vida, sin duda afecta la subjetividad dando cuenta de una biopolitica que gobierna los cuerpos” [3].
Siguiendo su abordaje es necesario pensar la urgencia frente a éste real, “…ubicamos que una urgencia atraviesa la época entramándose con ella y mostrando descarnadamente lo más íntimo de cada uno así como lo más propio de una sociedad en la que el individualismo y la segregación son moneda corriente” [4].
Y, en el marco de dicha urgencia, surge la pregunta acerca del miedo que se instala en la sociedad en su conjunto como una emoción vinculada, en éste caso, a lo desconocido, a lo incierto.
Pero… Cómo definir un síntoma contemporáneo…? Para ello quisiera remitirme a Angélica León, quien plantea que “los síntomas contemporáneos están marcados por un padecer, pero que en su interior esconden una solución. Éstas están cargadas de un importante sufrimiento, son un insoportable que los desborda y que los deja encerrados en un quehacer que parece perpetuo. Fijados en un síntoma que produce cierta satisfacción, pero que a su vez, en algunos casos genera la demanda a un analista: "quiero dejar de hacerlo". Actuar desde la práctica del psicoanálisis, no tiene el mismo fin que la psicoterapia; en lugar de curar, comprender el síntoma en su funcionamiento es uno de los movimientos que un analista realiza, al contrario de pretender extinguirlo.” [5]

Los miedos en la época del Otro que no existe:
Acerca del miedo, mucho se ha escrito sobre ello desde distintos lugares. Tal vez es posible pensar que el miedo adquiere otra significación a partir de la conceptualización del Otro que no existe.
Podemos pensar al miedo como una emoción que, a decir del gran escritor del género del terror H. P. Lovecraft en su recordado libro “El terror en la literatura”, es las más antigua y poderosa de la humanidad. Pero va más allá al indicar que el miedo que tiene un mayor potencial, en tanto que aterroriza, es el miedo a lo desconocido.
Podemos preguntarnos acerca de éste “¿nuevo?” miedo instalado en nuestra sociedad, en tanto genera impacto en la subjetividad con su capacidad de inmovilizar o enloquecer, pero también de salvar de la muerte que acecha y de la desesperación colectiva imperante. Qué función irá a cumplir el miedo…?
Es posible pensar, tal como nos indica Gabriela Basz, que estamos ante la presencia de “el cuerpo monstruoso que atraviesa las fronteras y nos enfrenta con lo imposible es también el propio, es decir, el del otro” [6].
Es posible pensar que las fuerzas del denominado “progreso” de la sociedad contemporánea, en una globalización imperante donde el capitalismo juega su juego, han generado algo del orden de lo monstruoso que desconoce de fronteras cual real que altera el orden de las cosas.
Tal como señala Gabriela Basz, “…el miedo protege, al tiempo que va deformando las relaciones. ¿Cómo ganaremos la batalla contra el miedo?” [7].
En cierta oportunidad de una entrevista realizada a J.-A. Miller por la revista  Le Point, y ante la pregunta: “Nuestra salud, y en particular nuestra alimentación, es lo que más nos preocupa. ¿Cómo explica usted este miedo?” su respuesta fue: “Es lo que resulta del ´tener seguridad´ como actitud fundamental del hombre contemporáneo. Cada uno es para sí mismo su bien más preciado. Cada uno se relaciona consigo mismo como con un objeto, con un tener, no con un ser. El impasse es que la salud es perfectamente aleatoria. No hay ciencia de la salud, decía Canguilhem, el epìstemólogo de la biología. La salud es un mito” [8].
Pero…. Cómo caracterizar nuestra época…? Quizás resulte necesario referenciar a un concepto que, actualmente, se encuentra muy instalado en la comunidad psicoanalítica cuando resulta necesario pensar la clínica actual. Me refiero a la subjetividad de la época.
Ya Lacan nos planteaba que “mejor pues que renuncie quien no pueda unir a su horizonte la subjetividad de su época” [9], lo que podríamos traducir en que el analista debe estar a la altura de la subjetividad de la época que le toca vivir. O sea, dar lugar a un buen hacer en tanto analista, en la posición de analista, con “lo que le toca” en el movimiento simbólico, esto es en el orden del discurso, de quien acude a una consulta.
J.-A. Miller plantea en el texto “El Otro que no existe y sus comités de ética” que “…a nuestra clínica llegan los significantes que el discurso social selecciona para identificar a los sujetos, y vemos a esos sujetos inclinar la cabeza aceptando esos significantes” [10]. Esto es, plantea que hay una clínica que, en tanto tal, depende de la sociedad y sus avatares.
Nos dice que “se genera una pareja clínica-sociedad que se impone en la medida que no hacemos de nuestra clínica un término intemporal” [11]. Es decir, como analistas debemos estar a tono con la subjetividad de la época, atentos a los nuevos significantes claves (significantes amo).
Asimismo, J.-A. Miller, en una entrevista al diario PAGINA 12 indica, en relación a una articulación conceptual entre política y psicoanálisis, “…la política procede por identificaciones. Manipulando palabras clave e imágenes busca capturar al sujeto, mientras que lo propio del psicoanálisis consiste en operar a la inversa, ir en contra de las identificaciones del sujeto. Una a una, la cura las deshace, las hace caer como las capas de una cebolla. Enfrentar al sujeto con su propio vacío, permitiéndole así despejar el sistema que, a su pesar, ordenaba sus lecciones y su destino. En este sentido, el psicoanálisis es exactamente el reverso de la política” [12].
Esto es, la política es el discurso del amo y su reverso es el discurso psicoanalítico. El psicoanálisis permite, al decir de J.-A. Miller, “… poner en cuestión, hacer tambalear el consentimiento del sujeto a la identificación” en lo que sería la responsabilidad del sujetodado que no hay identificación, sea cual fuere la voluntad del amo, sin el consentimiento del sujeto.
En el texto "El Otro que no existe y sus comités de ética", J.A. Miller nos dice que estamos frente a un cambio de época, el pasaje de "la época freudiana" a lo que nombran como "la época lacaniana".
La época freudiana sería el tiempo del Nombre-del-Padre, compatible con la sentencia nietzchiana de Dios ha Muerto y de la cual podemos encontrar en Freud huellas coincidentes en "Tótem y tabú" con respecto al mito de la horda primordial. Es decir la muerte del Padre funda a la vez su función como ley eterna, ley de prohibición. De ahí que Miller dice: "La muerte de Dios es contemporánea de lo que se estableció en el psicoanálisis como reino del Nombre-del-Padre" [13]. Entonces la época freudiana signada, decimos con Lacan, a partir de la existencia del Otro.
En cambio la época lacaniana se instaura a partir de la lectura que Lacan hace de la civilización, no ya apoyada en el significante del Nombre-del-Padre sino a partir de su pluralización, la cual anuncia la inexistencia del Otro, denunciando el estatuto de semblante tras el padre simbólico. Entonces: "La inexistencia del Otro inaugura verdaderamente lo que llamaremos la época lacaniana del psicoanálisis -que es la nuestra- la época de los desengañados, la época de la errancia" [14].
Si bien el psicoanálisis nos enseña acerca de la singularidad de cada caso, lo que llamamos envoltura formal del síntoma dispone hoy de otras maneras de presentación apalancado en nuevos modelos identificatorios y nuevas modalidades de goces, en una época homogeneizante caracterizada por lo que podemos denominar el discurso del amo moderno. Esto es, podemos hablar de una vinculación de los síntomas a la época.
J.-A. Miller plantea, al respecto de lo que denomina “la dominación por un síntoma”, que “…desde el punto de vista del Amo lo mejor es inspirar, difundir, promover un síntoma” [15]. Esto es, desde el discurso del amo es posible la promoción de una práctica social que genera síntomas individuales y que en su generalización termina convirtiéndose en una modalidad de gozar comunitaria, es decir una subjetividad compartida en un tiempo y espacio particular.
Podemos decir que cada época se caracteriza por la presencia de un Real, el cual cambia según las épocas dando lugar a síntomas que van modificándose en su devenir con los nuevos tiempos en que el sujeto vive.
Pero… de qué real estamos hablando en ésta época atravesada por los efectos devastadores del coronavirus….?

Un Real para el siglo XXI… en época del coronavirus:
Ya J.-A. Miller nos planteaba, en su intervención correspondiente a la preparación del Congreso de la Asociación Mundial de Psicoanálisis de 2014 dedicado a “Un Real para el siglo XXI”, algunas indicaciones al respecto diciendo “hay un gran desorden en lo real” [16]y que  “Antaño lo real se llamaba la naturaleza. La naturaleza era el nombre de lo real cuando no había desorden en lo real. Cuando la naturaleza era el nombre de lo real, se podía decir, como lo hizo Lacan, que lo real siempre vuelve al mismo lugar. Solamente en esa época en la cual lo real se disfrazaba de naturaleza, lo real parecía la manifestación más evidente y más elevada del concepto mismo de orden. Se puede decir que, en dicha época, lo real en tanto que naturaleza tenía la función del Otro del Otro, es decir que era la garantía misma del orden simbólico. [17]
Miquel Bassols, en su brillante artículo “La ley de la naturaleza y lo real sin ley”, nos dice “…la naturaleza ya no es lo real” [18], y refiriéndose al virus en cuestión indica… “Lo real del ser hablante, repetimos con frecuencia siguiendo la última enseñanza de Lacan, es un real sin ley. Pero el virus SARS-CoV2 no, él sigue una ley implacable, él sigue la ley de la naturaleza que hay que saber descifrar para poder hacerle frente. El problema es que no conocemos todavía suficientemente su ley, y sobre todo no conocemos todavía cómo desactivar su modo de contagio para crear antivirales y una vacuna que sean eficientes” [19]
Qué es lo que podemos observar…? Que ante tanta naturaleza desarreglada, ante lo real que no vuelve al mismo lugar, el sujeto se angustia. Una angustia que el cientificismo, al que acuden los gobiernos de los distintos países, promete dar una batalla en la que vencerá con el saber.
Hoy, para los psicoanalistas, se trata de un real separado de la naturaleza, resto de una naturaleza que estaba ordenada por una ley… “es un real sin ley, sin ley que pueda predecir, al menos, su irrupción. Es aquí donde la experiencia de estos días puede darnos un testimonio inédito, a nivel planetario, de una experiencia de la real en lo colectivo como sujeto de lo individual en distintos registros de lo real” [20].
A qué se refiere con distintos registros de lo real…? A lo que podemos percibir en éstos tiempos donde hay algo de lo real del tiempo distintivo, como si se tratara de “un tiempo imperceptible, no simbolizable, no representable cronológicamente, pero que marca el tiempo de la enfermedad generada por el coronavirus” [21]
A decir de Bassols, se trataría de uno de los rasgos más distintivos que hace que la enfermedad sea difícil de abordar: aparece en silencio, en muchos casos sin síntomas observables, cual enemigo invisible que acecha en todos lados pero en ningún lugar preciso. Casi dando lugar a la pregunta del sujeto acerca de “cuánto falta para que me toque a mí…?”.
Y qué pasa con la dimensión del espacio…? Aparece el confinamiento, la necesidad de un aislamiento social. El espacio en lo real se trastoca, en muchos casos con lo imperante de “estar en el espacio que no se quiere estar y no estar, allí donde se desearía estar”.
Como nos indica Bassols, “…la experiencia de lo real en la que nos encontramos no es pues tanto la experiencia de la enfermedad misma sino la experiencia de este tiempo subjetivo que es también un tiempo colectivo, extrañamente familiar, que sucede sin poder representarse, sin poder nombrarse, sin poder contabilizarse” [22].
Podemos decir que, precisamente, es este real el que le interesa y trata el psicoanálisis. La dimensión de síntoma de esta experiencia sucede sin estar necesariamente habitados por el coronavirus mismo, sólo por el discurso que intenta dar un sentido a su irrupción en la realidad como efecto de la pura ley de la naturaleza.

Una clínica de la urgencia en época de coronavirus….?
Una pregunta se impone frente a lo descripto: qué podemos hacer, en tanto psicoanalistas, frente a un real como lo descripto anteriormente…?
La distancia física impuesta por las restricciones que el sistema de salud ha impuesto, en tanto dimensión del espacio, hace que los modos de atender la urgencia sufra cambios que, en un a posteriri, implicarán nuevos modos de abordar la práctica analítica…?
Muchas preguntas que, sin lugar a duda, generarán un gran debate en la comunidad analítica de cara al futuro post-pandémico.
J.-A. Miller, en una entrevista publicada por la Nueva Escuela Lacaniana de Guayaquil, manifestaba ante la irrupción de la tecnologías en el modo de abordaje del psicoanálisis, “…la tecnología elabora modos de presencia inéditos. El contacto remoto en tiempo real se ha convertido en un lugar común a lo largo del siglo. Sea el teléfono, ahora portátil, el Internet, la videoconferencia. Esto va a continuar, se multiplicará, será omnipresente. Pero, ¿tendrá la presencia virtual un impacto fundamental en la sesión analítica? No. Verse y hablarse no es una sesión analítica. En la sesión, dos están allí juntos, sincronizados, pero no están allí para verse, como lo demuestra el uso del diván. La co-presencia en carne y hueso es necesaria, aunque solo sea para hacer surgir la no-relación sexual. Si saboteamos lo real, la paradoja desaparece. Todos los modos de presencia virtual, incluso los más sofisticados, tropezarán con esto” [23].
Sin embargo, y tal como he referenciado en párrafos anteriores, Lacan nos plantea que “mejor pues que renuncie quien no pueda unir a su horizonte la subjetividad de su época" [24], lo que he indicado como la necesidad de que el analista debe estar a la altura de la subjetividad de la época que le toca vivir.
Esto es, en su “buen hacer” en tanto analista, en la posición de analista, con “lo que le toca” en el movimiento simbólico, con el uso de los recursos que le permitan “estar donde tiene que estar”. Y a tal fin, los recursos tecnológicos serán bienvenidos.
Tal como nos indica Inés Sotelo, “…hoy trabajamos en las trincheras y pasada la pandemia, allí seguiremos los psicoanalistas, leyendo el texto que queda entre las ruinas, alojando una y otra vez lo que no anda de cada quien, posibilitando abrir el espacio deseante hasta el final” [25].

 

Notas

  1. Lacan, J., (1974), La Tercera, VIIº Congreso de la École Freudienne de Paris
  2. Miller, J.-A., (2014), Presentación del tema del IX° Congreso de la AMP
  3. Sotelo, I., (2020), La urgencia en tiempos de coronavirus, Inédito
  4. Ibidem
  5. León, A., Síntomas Contemporáneos; goce sin sentido, NEL – Nueva Escuela Lacaniana
  6. Basz, G., (2020), El umbral del miedo, CRONICAS XXI, GRAMA publicación web, Buenos Aires
  7. Ibidem
  8. Miller, J.-A., (2008), El carnaval de los miedos, entrevista en el semanario Le Point
  9. Lacan, J., (2014), Escritos 1, Ed. Siglo XXI, Buenos Aires, pag. 308
  10. Miller, J.-A., (2005), El Otro que no existe y sus comités de ética, Ed. Paidos, Buenos Aires, pag. 9
  11. Ibídem, pag. 10
  12. Miller, J.-A., (2012),  Anguila, PAGINA 12- Entrevista, Buenos Aires
  13. Miller, J.-A., (2005), El Otro que no existe y sus comités de ética, Ed. Paidos, Buenos Aires, pag. 10
  14. Ibidem, pag. 11
  15. Ibídem, pag. 12
  16. Miller, J.-A., (2014), Un real para el siglo XXI, Presentación del IX Congreso AMP
  17. Ibidem
  18. Bassols, M., (2020), La ley de la naturaleza y lo real sin ley, CRONICAS XXI, GRAMA publicación web, Buenos Aires
  19. Ibidem
  20. Ibidem
  21. Ibidem
  22. Ibidem
  23. Miller, J.-A., (1999), Entrevista publicada en Nueva Escuela Lacaniana de Guayaquil
  24. Lacan, J., (2014), Escritos 1, Ed. Siglo XXI, Buenos Aires, pag. 308
  25. Sotelo, I., (2020), La urgencia en tiempos de coronavirus, Inédito

BIBLIOGRAFÍA:

  • Bassols, M., (2020), La ley de la naturaleza y lo real sin ley, CRONICAS XXI, GRAMA publicación web, Buenos Aires
  • Basz, G., (2020), El umbral del miedo, GRAMA publicación web, Buenos Aires
  • Lacan, J., (1974), La Tercera, VIIº Congreso de la École Freudienne de Paris
  • Lacan, J., (2014), Escritos 1, Ed. Siglo XXI, Buenos Aires
  • León, A., (2020), Síntomas Contemporáneos; goce sin sentido, NEL – Nueva Escuela Lacaniana
  • Miller, J.-A., (1999), Entrevista publicada en Nueva Escuela Lacaniana de Guayaquil
  • Miller, J.-A., (2005), El Otro que no existe y sus comités de ética, Ed. Paidos, Buenos Aires