Clínica

Enunciar el deseo de hijo

Por Vicente Palomera

Fotografía: ©Caruel Ursula

Conturbatio

¿Cómo, cuándo, de qué modo anunciar un embarazo? Anunciarlo supone una enunciación que pone a prueba el deseo de ser madre, lo que implica atravesar la inquietante confrontación de la madre con su deseo. Para una mujer, anunciar un embarazo supone pasar por los semblantes el deseo de maternidad. Un embarazo puede desearse, pero tiene que pasar todavía por una prueba: ¿Quieres lo que deseas? Una cosa es la demanda y otra distinta el deseo. En este drama tan humano ¿en qué lugar se sitúa la persona de la pareja? ¿Está en lugar de padre o en función de madre? ¿Cuál será la reacción del Otro?

Pedir a una mujer que se identifique a una madre, que haga de su deseo de un hijo un querer, implica pasar por el consentimiento. Fue esta una de las razones que llevó a Christiane Alberti a razonar los motivos que la llevaron a elegir el conocido cuadro de la Anunciación de Botticelli para ilustrar la portada del último número de Ornicar? [1] dedicado al tema del consentimiento. Esta Anunciación pone frente al espectador una escena que concierne a una decisión crítica, el momento de una implacable confrontación con el deseo.

Sabemos que el drama presentado por Botticelli representa el misterio conocido como Coloquio Angélico que ilustra una crisis y el afecto concomitante en María. En el libro Painting and Experience in fifteenth century Italy [2], Michael Baxandall nos enseña que la mayoría de los temas que trataban los pintores eran recorridos por los predicadores para explicar el significado de los acontecimientos y así guiar a sus oyentes en las sensaciones de piedad que correspondían a cada uno de ellos. Los sermones de los predicadores constituían una categoría emocional de los relatos estrechamente vinculados a la corporización de los misterios. El predicador y el pintor eran el repetiteur, el uno para el otro. Así, por ejemplo, en un sermón de Fra Roberto sobre la Anunciación distingue tres misterios principales: 1) la Misión Angélica, 2) el Saludo Angélico, y 3) el Coloquio Angélico.  Fra Roberto analiza el relato de Lucas (I, 26-38) y expone una serie de cinco condiciones espirituales y mentales atribuibles a María. El tercer misterio de la Anunciación comprende cinco condiciones:

Conturbatio -Inquietud
Cogitatio -Reflexión
Interrogatio -Interrogación
Humiliatio -Sumisión
Meritatio -Mérito

La primera condición, la llamada Conturbatio, corresponde al momento en que la Virgen, tras escuchar el saludo del Ángel,  “ella quedó perturbada”. Sabemos que los predicadores instruían al público sobre el repertorio de los pintores y estos respondían dentro de las categorizaciones emocionales del episodio. Baxandall señala que la mayor parte de las Anunciaciones del siglo XV son identificablemente Anunciaciones de Inquietud o de Sumisión, pero fue Botticelli quien tenía una especial afinidad con Conturbatio. Leonardo Da Vinci hizo mucho para cambiar esta moda al mostrar su disgusto cuando escribe: “…hace algunos días vi el cuadro de un ángel que, al formular la Anunciación, parecía que estuviera expulsando a María de su habitación, con movimientos que mostraban la clase de ataque que uno haría contra un odiado enemigo y a María, como desesperada, que parecía tratar de arrojarse por la ventana. No caigáis en errores como estos.” [3]

Aliquis

Hay diferentes modalidades de hacer pasar al inconsciente el anuncio de un embarazo. Por ejemplo, la inquietud de la que nos habla Freud en el segundo capítulo de la Psicopatología de la vida cotidiana al tratar del “olvido de palabras extranjeras”. Al terminar lo que Freud denomina un “exaltado y apasionado discurso” contra el antisemitismo ambiente, un joven universitario judío quiso concluir  “con el célebre verso de Virgilio, en el cual la desdichada Dido encomienda a la posteridad su venganza sobre Eneas: “Exoriar(e) aliquis nostris ex ossibus ultor!” pero le fue imposible recordar la palabra aliquis y le pide a Freud que le ayude a completar la frase y también le pregunta qué puede significar dicho olvido. Al término de una serie de asociaciones el sujeto acaba evocando, no sin reticencia, su temor a recibir de parte de una dama una noticia tan desagradable para ella como para él. Sus asociaciones eran bastante elocuentes para permitir a su interlocutor adivinar que se trataba de un retraso de la regla y Freud da a este olvido la significación de “contradicción inconsciente” que resume en estos términos: “Tú has expresado tu deseo de tener descendencia pero ¿deseas tan vivamente tener descendencia? Eso no es cierto. ¡Cuál no sería tu confusión si recibieras la noticia de que estabas en camino de obtenerla en la persona que tú sabes! No, no, nada de descendencia, aunque sea necesario para nuestra venganza.” [4]

Sabemos que las aporías del deseo pueden ser tales que los esfuerzos por poner de acuerdo la demanda y el deseo llegan a ser abrumadores. Lo que sabemos también es que un deseo de descendencia puede ir perfectamente acompañado por un deseo de muerte y que, paradójicamente, un niño abortado puede no ser menos deseado que un niño al que se da a luz.

Decir sí al embarazo

Los obstáculos inconscientes del embarazo pueden alzarse en el momento en que fisiológicamente se torna muy difícil o imposible. Entonces, el semblante de embarazo puede pasar a ser un test del deseo del Otro. Lo ilustra, de modo proverbial, un caso presentado por Caherine Vacher [5], donde un síndrome de pseudo-gravidez persistía después de un ciclo de estimulación, algo que contraría a su esposo que acepta mal esta desgracia física de su esposa. Más tarde, su sintomatología desaparece y  la paciente pregunta tímidamente si ella puede no retomar el tratamiento, a lo que la doctora Vacher da su consentimiento. Al cabo de ocho meses, llamará por teléfono para anunciar que estaba embarazada y poco después dará a luz a una niña. En este caso, el pseudo-embarazo es un prueba del deseo del partenaire, una puesta a prueba del deseo del partenaire: antes de proceder al embarazo efectivo ella pasa por un semblante de embarazo que pone a prueba el deseo del marido.

En el curso de la Conversación de Bordeaux, Jacques-Alain Miller propuso una construcción del caso partiendo de que “el semblante de embarazo –que es una complacencia del cuerpo–, expresaba de hecho un rechazo que se oponía a la demanda del Otro –el Otro sostenido, más allá del marido, por el entorno, por la norma que se impone a las mujeres– a favor del deseo del Otro. A través de su no, ella apunta a ese deseo del Otro. Antes de crear al hijo, quiere estar segura del deseo del marido hacia ella. Gracias al pseudo-embarazo el marido llega a decirle; tú me interesas como mujer. En el rechazo de quedar embarazada hay: rechazo darte lo que tu me demandas porque no es lo que tú deseas. Una vez que el marido hizo explícito su deseo –su deseo en cuanto a ella, en cuanto a la forma de su cuerpo– ella puede decir sí al embarazo” [6].

NOTAS

  1. Alberti, Christiane, “Liminaire”, Ornicar? 54, Navarin Editeur,  París, octobre 2020, pp.9-10.
  2. Baxandall. M., Painting and expeience in fifteenth century Italy. A primer in the social history of pictorial style, Oxford University Press, 1988 (second edition), pp. 51-56.
  3. Baxandall, M. op cit. p. 56.
  4. Freud, S., Psicopatología de la vida cotidiana, en: Obras Completas, vol 1, Biblioteca Nueva, Madrid 1967, p.635.
  5. Vacher, C., “Quedar embarazada” en: Miller, J.-A., Los enredos del cuerpo, Pomaire, Caracas, 2012, pp. 47-50.
  6. Miller, J.-A., Los enredos del cuerpo, op.cit. p. 138.

Artículo completo disponible en PIPOL 10 – 6° CONGRESO EUROPEO DE PSICOANÁLISIS
https://www.pipol10.eu/es/2021/05/20/enunciar-el-deseo-de-hijo-vicente-palomera/