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Las Psicosis en la Infancia [1]

Por Silvia Tendlarz

Bueno, muchas gracias, Jessica [Millet González] por esta presentación y también por la invitación. Quiero agradecer a Commünitas por esta invitación a través de Jessica, quien fue quien me contactó. Los tengo muy presente por mi viaje a Costa Rica y los volcanes de Costa Rica, la comida exquisita de Costa Rica. Lamento no estar personalmente para compartir este momento con ustedes. Me ha dejado un sabor grato el viaje y el tiempo de trabajo con la asociación psicoanalítica en Costa Rica y mi viaje en el 2016.

El título de esta conferencia es "Las psicosis en la infancia". Surgió un malentendido cuando charlábamos con Jessica. Autismo sí, autismo no, psicosis sí, psicosis no. Entonces, ayer hablando con ella llegamos a las psicosis en la infancia y no el autismo. Me pareció que este malentendido -bienvenido sea- es un malentendido que perdura dentro de la salud mental, en la comunidad psicoanalítica, donde -de acuerdo con muchos psicoanalistas y distintas orientaciones- se confunde el autismo con las psicosis.

El primer libro que mencionó Jessica -de 1996- ¿De qué sufren los niños?, yo planteo allí al autismo como una forma extrema de esquizofrenia infantil -siguiendo un poco el espíritu de la época-. Pero el pensamiento del autismo evolucionó. Por eso un nuevo libro era importante que lo publicara en el 2016. Es decir que son casi 20 años después donde publico Clínica del autismo y de las psicosis en la infancia. El punto de partida es que el autismo no es una psicosis. Entonces, este malentendido da cuenta de que es algo que perdura. Hay cien años de historia, casi un siglo de lo que es el trabajo dentro de la comunidad psicoanalítica y psiquiátrica sobre el autismo. Fue todo un trabajo de separación del autismo de las psicosis. Los primeros que separaron eso fueron los manuales psiquiátricos donde, por un lado, ponían el TDG -trastorno generalizado del desarrollo- y lo separaban del grupo de las esquizofrenias. Pero la mala noticia es que el concepto de psicosis desapareció. En los manuales psiquiátricos ya no se habla más de psicosis en la infancia. Solo perdura el concepto de esquizofrenia en el diagnóstico siempre que esté relacionada con alucinaciones. Entonces si hay alucinaciones se piensa que es una esquizofrenia. Ya no se habla de psicosis y el resto queda dentro lo que el manual llama trastorno del espectro autista.

Entonces estos manuales generaron más confusión. Por aclarar, generalmente confunden más porque el gran diagnóstico que psicopatologiza a la infancia en este momento es el TEA con sus grados de grave, moderado y leve. Entonces, la mayoría de los niños llegan con diagnóstico de TEA -trastorno del espectro autista-. Pero el trastorno del espectro autista se ha vuelto una gran bolsa de gatos por la cual llegan niños autistas, niños psicóticos y niños neuróticos -con inhibiciones. O sea que la pandemia hizo que los tratamientos se vuelvan virtuales y eso hace que reciba consultas desde distintas partes del mundo. Algo que antes parecía totalmente descabellado ahora es totalmente usual porque incluso si uno vive a tres cuadras el tratamiento se vuelve virtual. Recibo consultas de distintos lugares y me doy cuenta de que muchos niños que consultan con sus diagnósticos de autismo son niños neuróticos. Por ahí tienen dificultades del lenguaje o dificultades en el lazo y están diagnosticados como autistas, con un autismo leve. O sea, el grado del TEA leve es una gran bolsa que reúne distintas dificultades. Efectivamente hay trastornos del habla, del lenguaje, porque esto se hace sobre todo en la pequeña infancia. No tenemos mucho tiempo para trabajar hoy, pero son temas importantes.

Yo quisiera introducir algunos lineamientos para poder separar el autismo de la psicosis. En la infancia, la psicosis existe. Era como un concepto caído de la clínica. Los clásicos hablaban más bien de debilidad mental, pero no hablaban de una psicosis en la infancia. O sea que fue todo un trabajo la construcción de darle una cierta existencia a que hay niños psicóticos. La psicosis en la infancia se manifiesta de distintas maneras. Como es una clínica del desencadenamiento, de la ruptura, hay un hilo, una cierta continuidad y de pronto se produce un corte, un momento fecundo por el cual algo se desencadena. Es lo que se llama el desencadenamiento de las psicosis. Eso puede ocurrir en la adultez o en la infancia. Entonces, en la adultez o en la adolescencia, uno se pregunta: "¿Qué pasó antes?". O sea que la estructura de la psicosis es la misma, pero se puede decir que hubo una serie de compensaciones por las cuales no hubo un desencadenamiento. En el momento en que se desencadena las psicosis, hay algo que varía. Ya no es lo mismo. Y hay que producir un trabajo de compensación, una cierta estabilización delirante una vez que se produce el desencadenamiento. En los adultos, cuando tenemos entrevistas con adultos psicóticos, vemos que en la infancia aparecen fenómenos sueltos, como piezas sueltas, que demuestran la emergencia del fenómeno elemental, pero sin un franco desencadenamiento de las psicosis. Entonces, por eso pasan desapercibidos.

Por ejemplo, un paciente que cuando la psicosis dice que él es un iluminado, cuenta que a los 13 años ve una lucecita al lado izquierdo de la cara. Si no fuera un fenómeno que queda suelto de sentido, hubiera dicho: "Me molesta la luz", la apaga, como estaba en un ómnibus baja la ventanilla y se acabó. Pero él lo percibió como algo diferente, extraño, sin sentido. Solo podía decir: "Hay una luz", y queda suelto. El niño de 13 años no fue a contarle la experiencia en la que de golpe apareció una lucecita al lado izquierdo. Eso queda en silencio. Entonces, estos fenómenos pueden ser relatados por el adulto o no. Pero no es que no exista. Pueden existir fenómenos elementales en la infancia. Cuando se desencadena la psicosis dice: "Soy iluminado". O sea que ese fenómeno que aparece suelto le da una significación personal. O sea que la luz lo ilumina y él es un iluminado y hace todo un delirio místico durante un tiempo hasta desencadenar en una paranoia. Pero lo importante es que esto da pruebas de que hay fenómenos sueltos que pueden aparecer vía el adulto.

Pero también tenemos niños en los que hay francos desencadenamientos. Como una nena en el momento en que el padre la reta tiene 6 años y la manda a su cuarto. Entonces escucha una voz que le dice que el papá es malo. Esa es una alucinación auditiva en una nena de 6 años. Por supuesto esto va a continuar con una serie de cosas. Pero tenemos desencadenamiento de las psicosis en la infancia.

O una niña que primera comienza a tener la idea de que un maestro malo quiere quemar la escuela y uno dice que es la imaginación de los niños que linda un poco con la fabulación, hasta que aparece una voz que le habla y le dice que la maestra es mala y que después le va comentando, le dice que haga cosas, etc. O sea que aparece la emergencia, a los 6 años, en el momento de que tiene que confrontarse a ir a la escuela, algo de sus recursos simbólicos no funcionan y se desencadena la psicosis.

También aparece rasgaduras simbólicas. O sea que pueden aparece como elementos sutiles que son muchas veces difíciles de diagnosticar y por el cual uno puede no hacer un diagnóstico positivo de neurosis, pero tampoco de psicosis. Y quedan como casos raros. Puede haber fenómenos de una paranoia atenuada. Son niños que todo el tiempo están un poco reivindicando, pero sin un franco desencadenamiento. Y hay algo de su estabilización imaginaria que se mantiene, pero con ciertos rasgos que puede pensar en las psicosis. De hecho, esto no lo decimos del lado de los lacanianos. Ya Víctor Tausk en 1919 cuando escribe su trabajo sobre el aparato de influencia en las psicosis, decía que algunos niños pueden presentar falta de plasticidad, capricho, repliegue sobre sí mismo, fantasías disimuladas y también una violencia sin motivo y sin razón. Hay algo interesante en estos actos de maldad que aparecen en algunos niños que no tienen ninguna razón de ser. O sea que esto es algo que Melanie Klein también hablaba. Hablaba de niños traviesos, inquietos, desconcentrados. Hay algo que está desorganizado y aparecen fenómenos sin sentido. El acto de maldad es importante porque es algo que me han presentado, por ejemplo, cuando fui una vez a hablar en México, en Distrito Federal, el caso de un grupo de niños que había asesinado a otro niño, un pasaje al acto hetero-agresivo que puede haber en las psicosis. De la razón decían que un niño estaba practicando para ser sicario, sin culpa, sin ninguna implicación subjetiva. Era un niño que ya se la pasaba matando perros sin razón. Habíamos visto en otros casos que se habían presentado estos actos de maldad sin razón. Un niño que había botado a su gato por el inodoro y la madre va y lo salva a último momento, pero ¿por qué? No pueden dar ninguna razón. Son fenómenos sin sentido. Y estas conductas hetero-agresivas aparecen en las psicosis como aparece el pasaje al acto homicida también en un psicótico. O sea que esto está del lado de las psicosis.

A veces, algunos fenómenos que aparecen como piezas sueltas se olvidan. Incluso puede haber fenómenos elementales o fenómenos psicóticos que después el paciente olvida. Me encontré con un caso en el que el niño tenía una alucinación claramente en la consulta -no doy detalles porque es un lugar público- donde tenía una alucinación auditiva muy marcada y estuvimos un año trabajando sobre eso y se compensó. Como es una clínica de apertura y de cierre, así como se abre también se puede compensar. Entonces, lo traen años después y solo recordaban el niño y también la madre de los actos de violencia, pero no se acordaban de la voz y lo traen por otra razón. El fenómeno alucinatorio ya no apareció más. Estaba más del lado de una psicosis ordinaria.

Me llamó mucho la atención. Hice todo un trabajo en el Departamento de Autismo y Psicosis en la Infancia para ver qué me decían mis colegas, si habían tenido una experiencia de este estilo. No es usual trabajar sobre esto. Vimos que niños que hacen una segunda consulta muchas veces se olvidan del fenómeno psicótico. Y es como si los psicoanalistas somos testigos de algo que uno podría quedar en una división subjetiva: "¿Soné todo el tratamiento o no?". Es como si produjera, una vez que ha habido una compensación, un olvido del fenómeno psicótico y las cosas después aparecen de otra manera. O sea que un nuevo desencadenamiento puede quebrarse en el mismo punto -como un vaso que queda desquebrajado y se quiebra en el mismo lugar-, o puede aparecer de otra manera si eso produce una suerte de compensación. O sea que me pareció interesante esto y todo lo que uno puede reflexionar sobre todas las formas de presentación de las psicosis en la infancia. Puede ser un niño francamente psicótico -con delirios, alucinaciones y demás-, o puede ser algo más atenuado -que haya logrado compensarse-, pero donde no hay un franco contenido delirante. Este niño tenía una alucinación, pero no deliraba. No hubo un franco desencadenamiento. Era como un elemento que mostraba su diagnóstico.

Y también hay fenómenos en la infancia que se presentan como extrañas certezas. ¿De dónde sacó esa idea? Esas extrañas certezas que podemos encontrar en la infancia me hace recordar los trabajos de Vince Banger sobre las excentricidades. El lo sitúa como esto que queda por fuera del sentido. Pueden ser fenómenos de perplejidad, como este niño que aparece una luz y queda perplejo. No puede decir nada absolutamente. Es interesante para pensar por qué no se desencadenan todos los fenómenos de compensación imaginaria o el como si que hace que el mundo se sostenga sin un franco desencadenamiento. Y después, también que reflexionar qué pasa cuando se produce algún tipo de vacilación imaginaria por el cual eso que se sostenía durante un tiempo no se sostiene más y cae. Y aparece francamente las psicosis.

También hay niños que hacen un desencadenamiento psicótico y no logran compensarse. O sea también existen niños que persisten con ideaciones, fabulaciones y delirios. La compensación se dificulta o a veces se atenúa el fenómeno delirante. Es un trabajo que hay que hacer siempre bajo trasferencia. En definitiva, lo que hay que saber es que, en definitiva, un sujeto no es una suma de datos ni para las psicosis ni para el autismo. Realmente hace falta encontrarse con los padres, hay que encontrarse con el niño y es un diagnóstico bajo trasferencia en el que uno puede hacer un diagnóstico diferencial.

El mayor problema clínico que se presenta son los niños muy pequeños. En los niños muy pequeños es cuando se plantea el fenómeno diferencial entre autismo y psicosis en la infancia. ¿Por qué? Primera cuestión, el autismo se inicia siempre en la pequeña infancia. Antes se hablaba de niños entre 4 o 5 años porque no se escuchó hablar de autismo. En cambio, es ahora el diagnóstico que psicopatologiza la infancia. Es muy habitual oír hablar de autismo. Entonces, si hace muchos años llegaban derivados de las escuelas -cuando los niños se escolarizaban a los 5 años-, ahora ya llegan por los pediatras. Los pediatras, pasando por neurólogos o no, a partir del año y medio, recibimos consultas sobre diagnósticos diferenciales de autismo. O sea que no hay un autismo que se inicie a los 10 años ni a los 50. Se inicia en la pequeña infancia. Sí hay casos en que el diagnóstico de autismo se lo recibe muchos años después porque en la infancia se los diagnosticó como psicosis y después hay un diagnóstico de autismo que no estaba dado en su momento. Uno piensa en Donna Williams. Donna Williams se la tomaba como una psicosis y a los 25 años fue diagnosticada de autismo, dentro del cuadro de Asperger, o Daniel Tammet -si tomamos los testimonios de autistas de alto nivel-.

Ahora los diagnósticos los hacemos de forma muy precoz. Cuando llegan niños muy desorganizados, muy desordenados y por ahí no tienen lazo con otro, y no tienen uso del lenguaje, muchas veces los analistas, los psicólogos, los terapeutas -o quienes los reciban- tienen la dificultad para hacer un diagnóstico diferencial: si son autistas o si son psicóticos. Para el autismo hay 2 rasgos diferenciales importantes que hablaba Kanner -quien fue quien introdujo en 1953 el diagnóstico de autismo infantil precoz- que era la soledad y el aislamiento y las conductas repetitivas. Entonces, si un niño aparece con trastornos del lenguaje y cortado el lazo, inmediatamente se piensa que es un niño autista; y sobre todo, si es un niño que está muy desorganizado y disperso, las respuestas pueden ser con tanta dificultad como un niño que tiene autismo. O sea que un niño psicótico y uno autista van a contestar los dos mal porque están desconectados, porque no pueden concentrarse en las respuestas, porque están desinteresados. Eso hace que el diagnóstico de autismo crezca. Pero hay que saber que hay que poder diferenciarlo. Si no se puede hacer de entrada, no hay que hacer un diagnóstico de autismo por descarte, sino que hay que poder hacer un diagnóstico positivo de autismo o de psicosis, o incluso de neurosis. Yo he tenido muchos niños neuróticos en tratamiento finalmente que llegaron diagnóstico de autismo por esa dificultad de a veces de grandes inhibiciones para el lenguaje, con mucha dificultad de poner en forma el uso del lenguaje. Entrar en el lenguaje es entrar también en una estructura simbólica que a veces a los niños se les dificulta, pero eso no significa que sean autistas.

Hay que saber que el autismo no es una enfermedad. Hay que repensar algunos juicios y algunos mitos. El autismo no es una enfermedad. El autismo es un funcionamiento subjetivo singular. Así como nosotros decimos que se entra en la estructura por un consentimiento de la insondable decisión del ser -¿qué significa eso?- que no es algo volitivo. Es como una aceptación en la inclusión del lenguaje o hay un rechazo por mecanismos forclusivos. Y hace que un sujeto pueda incluirse en la neurosis o en la psicosis, o que tenga un funcionamiento autista. Entonces, si partimos que no es una enfermedad, sino que es un funcionamiento singular, el siguiente prejuicio que hay que vencer de inmediato es que es por culpa de los padres. Hubo toda una orientación que surgió con Bettelheim diciendo que los padres eran culpables del autismo de sus hijos. Esto hizo estragos, los hizo sufrir. Se hablaban de madres refrigeradoras, heladeras, que los habían creado sin deseo, sin amor. Yo en lo personal testimonio que nunca vi algo así, no más que un niño neurótico o un niño psicótico. Hay mujeres que tienen dificultades con la maternidad, pero no porque sean madres de autistas. Al contrario, yo veo madres muy amorosas que se preocupan por sus hijos y que son finalmente las que los traen en tratamiento. Esa idea de armar causa-efecto -o sea tal madre, tal padre, tal hijo- no creo que funciona para ninguna estructura clínica ni tampoco para el autismo. Siempre hay las distintas modalidades de cómo ser madre, o ser padre; eso es en singular para cada sujeto hay una pregunta y una respuesta -cada uno lo va a armar a su manera- y también hay esa insondable decisión del ser por la cual un sujeto entra en un funcionamiento subjetivo singular o entra dentro de una estructura. Y eso no es por culpa de los padres, jamás. Es el primer prejuicio que hay que borrarlo.

Después está esta idea de la sameness y la aloneness, la idea de la soledad de la que hablaba Leo Kanner cuando trabajaba en Baltimore, es algo a examinar. Si uno se pone a ver en detalle esta llamada soledad del niño autista no es tal. La mayoría de los niños hacen un esfuerzo, un trabajo por entrar en contacto con el otro. Es un trabajo de invención del lado del terapeuta -o de quien lo reciba- de poder armar un lazo sutil para poder entrar en contacto con el niño. El niño rechaza porque el mundo le resulta intrusivo. Hay algo simbólico que no se armó para él, por eso Lacan dice que vive en lo real, y el mundo le resulta intrusivo y le produce una intensa angustia. Entonces, necesita armar algún tipo de defensa contra eso que le resulta intrusivo. Al mismo tiempo, tratan a su manera de ponerse en contacto. Se los ve en contacto con los padres. Algunos niños no quieren entrar si no van con los padres. Ese no es el paradigma del aislamiento. De todas maneras, hay que saber que no hay un autista tipo, sino que hay distintos grados de autismo. Entonces, cada niño es diferente. Un niño es un niño. El autismo no habla todo de un niño, sino que hay que poder respetar las diferencias subjetivas y ver el detalle -el gusto del detalle- y ver cómo para cada niño qué se desenvuelve, qué es lo que funciona para él. Entonces, el grado de aislamiento ha vuelto al autismo como significante amo de la época. Imagínense ustedes, todos nosotros estamos solos todo el día con la computadora al lado. ¡¿Qué más autista en cuanto al lazo?! O sea que vivimos en una época de un autismo generalizado: cada uno en su mundo con sus aparatos, su teléfono, la gran computadora, la laptop, el televisor en la habitación. Vivimos con nuestros aparatos. El individualismo o la dificultad del lazo contemporáneo no es el diagnóstico de autismo.

Entonces, eso por un lado. Por otro lado, el aspecto de la repetición los manuales psiquiátricos los llamaron obsesiones o conductas estereotipadas. Esto tiene algo ya de peyorativo. Es una idea de que está obsesionado con algo y que tienen conductas repetitivas llevaba consigo la idea de que el tratamiento era sacarlo de esas obsesiones, sacarlo de esas conductas estereotipadas para que se interese por otras cosas. O sea que sería destruirle la defensa, destruirle la manera que encontró para poder estar en el mundo para que pueda estar en el mundo. No creo que sea la mejor manera. Recuerdo un niño cuyo interés eran los legos y se la pasaba armando legos, entonces el tratamiento anterior a mí fue sacarle los legos. Cuando yo lo vi, el niño no hacía absolutamente nada. O sea que eso había sido su manera de estar en el mundo y sin eso no tenía ningún recurso. Estaba ahí tirado, desparramado en el piso. Tuve que ponerle los legos para que pueda de nuevo comenzar a armar y ahí tratar de ponerme en contacto con su punto de interés. No es lo mismo llamarlo repeticiones o conductas estereotipadas que hablar de la pasión del niño autista. ¿Cuál es su interés específico? En realidad, para entrar en contacto con un niño autista hay que interesarse por cuáles son sus intereses, por lo que lo apasiona. Y a partir de eso tratar de operar un desplazamiento en continuidad, un desplazamiento en lo que se llama una clínica del circuito, introduciendo personas y objetos.

Cuando se habla de autismo, se habla de esa muralla defensiva. En la historia del psicoanálisis se hablaba de que esa muralla era una muralla rígida, como el caparazón autista. Se tenía esa idea que había que franquearla, que había que quebrarla; la idea de la fortaleza vacía; había que quebrar eso para que pueda entrar en contacto con el mundo. La originalidad de Éric Laurent fue la de hablar de un caparazón autista elástica. Tenemos primero dentro del psicoanálisis lacaniano a Maleval quien habla del borde autista; primera forma de verlo, como un retorno de goce sobre el borde. Éste está constituido por tres elementos: 1. El objeto autista. 2. El doble 3. Los intereses específicos. Paso a explicarlos.

El objeto autista es un concepto creado por Francis Tustin, la kleiniana inglesa con unos trabajos muy interesantes donde ella hablaba de que -por ejemplo- si un niño se presenta con un reloj en la mano y que se mueve todo el tiempo, ese el objeto autista. Pero el énfasis no tiene que estar puesto en el objeto en sí mismo, sino en la propioceptividad, en la sensación que le producía la presencia del objeto. Entonces, esa es la idea de Francis Tustin, de que están tomados por la sensación que le producen los objetos que no pueden vincularse con las personas. Por ejemplo, si está en la silla, tiene la sensación de la silla. Si se caen y no lloran, no es porque no se conectan con el dolor de la caída, sino que se conectan con la sensibilidad, con propioceptividad. El asunto es poder crear que aparezcan objetos y personas que lo saquen de esa propioceptividad. Lo que pasa es que el tratamiento que traía aparejado esta concepción es que había que arrebatarle el objeto autista, o sea que había que sacárselo. Estamos en la idea de arrebatarle el objeto autista, sacarlo de sus llamadas obsesiones, mientras que, en realidad, hay que lograr ponerse en contacto con el niño a partir del objeto, no para arrancárselo, sino para encontrar una manera de poder hacer con eso desplazándolo de esa homeostasis inicial. Eso en relación con el objeto autista.

El doble es justamente ese doble que se lo llama doble real, que es la presencia de un objeto mediador. Eso explica por qué, supongamos, un niño autista que está con el hermano y siempre con el hermano y solo puede moverse con la presencia de un hermano -sería un ejemplo clínico que me viene a la mente-; es decir, la presencia de alguien que queda como algo simétrico, pero sin ser imaginario -porque no hay imaginario en el autismo, es todo real-.

Y los intereses específicos es eso que yo acabo de explicar, que ocupen el lugar de un borde. O sea que acá no están en la pura propioceptividad, sino que es un borde autista. Por ejemplo, en un momento hicimos una investigación del autismo en los medios audiovisuales y encontré en Internet uno que se llama Autismo: el musical. Con distintos chicos autistas elaboraron un musical. Había un niño que estaba interesado, su punto de interés eran los dinosaurios. Entonces, cada vez que se lo hablaba, hablaba solo de los dinosaurios. Estaban filmando y él hacía la imagen de los dinosaurios caminando de un lado al otro. O sea que él participa del musical a través de su interés específico con los dinosaurios. Solo hablaba de eso, pero estuvo con otros. Eso le posibilitó estar con otros. Entonces, a partir de sus intereses, van a ampliar su mundo, incluyendo personas y objetos.

Después, Éric Laurent, en vez de hablar de un caparazón rígido, habla de un caparazón elástico. Él dice que ese encapsulamiento autista es como los trajes de los astronautas. Él va a hablar de una iteración -significa repetición- sin cuerpo -porque no está constituido el cuerpo en el autismo-. Entonces dice que funciona como un neoborde, como el traje de los astronautas que se desplaza en el espacio, como una neobarrera, y lo que hay que lograr es que se desplace, así puede incluir objetos y personas.

Y uno ve en el consultorio que el niño llega dando un golpecito. Y un día, ese niño que hacía el golpecito, se le cae el palito y hace otra cosa, incluye otro objeto, se interesó por algo más y ya el mundo se desplazó; o estuvo atento a lo que decía el analista y algo se desplazó. Recuerdo un nene que llegaba y decía: "Tikitikitikitik". Entonces yo quería armarle un ritmo. Entonces, yo hacía un golpecito y decía: "Uno, dos, tres, cuatro". Y todo el tiempo que hacía "Tikitikitikitik", yo hacía "Uno, dos, tres, cuatro". No es una fórmula para interpretar. Se me ocurrió en ese momento. Y en ese momento que yo digo "Uno, dos, tres, cuatro", él dice: "Cincos, seis, siete". Ahí me entero que el niño contaba. No lo sabía. Me lo contó de esa manera. Y después comienza a haber intercambios donde aparecen números donde aparecen números dentro de ese "Tikitikitik uno, dos, tres", "Tikitikitik cuatro, cinco, seis". O sea, se dan cuenta de que entramos en contacto. Algo se había ampliado, algo me contó de él mismo. O sea que algo se expande.

Cuando se toma a los niños como puramente deficitarios no se los escucha. Y como dice Lacan, hay que escuchar al sujeto autista porque tiene algo para decirnos. Había un niño que siempre repetía frases de los dibujitos. Estaba en un momento muy interesado con Lilo & Stitch. Entonces repetía: "Nos invaden los marcianos, nos invaden los marcianos". No era de la parte principal, sino de la parte secundaria, lo los sketchs que uno no se daba cuenta, pero era como un pequeño elemento lateral que repetía, no los elementos principales. O sea que a veces era muy difícil saber a qué dibujito correspondía. Entonces, un día llega: "Nos invaden los marcianos", y dice: "Silvia, ¿estás viva?". Y repite: "Nos invaden los marcianos. Silvia, ¿estás viva?". Entonces, yo hablo con los padres y ahí me entero que efectivamente había habido una muerte en la familia. Él me lo contaba, pero si yo lo hubiera escuchado solo como un déficit y no como una producción de que algo estaba contándome a través de lo que me decía, no hubiera enterado de cómo lo afectó. Y lo estaba diciendo a su manera.

Una niña que repetía todo el tiempo un cierto dibujito me llamó la atención. Era un accidente de autos. Ella repetía: "Uy, se cayó. Uy, se cayó. Uy, se cayó". Yo pregunto y efectivamente habían tenido un accidente. Entonces, me lo estaba contando a través de ese dibujito. Entonces, al poder entenderlo pude situarlo. Super interesante para mí. Y luego dejó de decirlo, produjo su elaboración personal a su manera, una manera iterativa porque repetía siempre lo mismo.

De ahí que Éric Laurent dice que anything goes, todo vale. Uno toma objetos, personas, hace ruiditos, le habla, en todo caso no le interpreta como una interpretación edípica -porque eso no llega a ningún puerto-, y eso produce un efecto porque tiene esta idea que esto es exactamente lo opuesto que las psicosis. En las psicosis partimos de un desencadenamiento y tenemos que trabajar para producir una compensación, para que el mundo vuelva a su lugar. En cambio, en el autismo partimos de una homeostasis donde el mundo es exactamente igual y tenemos que producir que se desplace. Hay que extraer al niño de esa homeostasis inicial. Y en las sesiones, los niños traen algunos elementos que repiten en sus propias casas -y es una manera de contarnos lo que hacen-, pero también hay algo de la contingencia del encuentro. Por contingencia arman un circuito y después lo repiten en cada sesión. Y ese circuito se va repitiendo hasta que en un momento logra desplazarse. Lo hacen 10, 20, 50 veces hasta que en un momento, el analista trata de producir algo nuevo en la repetición, variaciones, hasta que logra desplazarse.

Ahora, yo decía que cuando los nenes son muy pequeños, a veces el diagnóstico diferencial se dificulta. Hay que saber que no hay conductas heteroagresivas en el autismo, o sea que no va a lastimar al otro, no va a golpearlo; pero sí puede agredirse o lastimarse. Hay niños que se golpean contra el piso, se lastiman. Y si lastiman al otro es accidentalmente. Me ha pasado que un niño en una crisis de excitación, se enganchó su mano con mi pelo y fui al piso, pero no me quiso tirar. O sea que sí puede haber un pasaje al acto criminal en un psicótico, raramente en un autista porque no hay esa carga hacia el otro, sino que hay un exceso que retorna -o lo que se llama en psicoanálisis forclusión del agujero-, y que en esa crisis de excitación trata de liberarse de eso, pero no a través del otro.

Entonces, tenemos que las psicosis pueden desencadenarse a los 50 años como el caso de Schreber. El autismo no. En las psicosis tenemos delirios, alucinaciones, fenómenos elementales, lo que se llama el fenómeno de cadena rota, interpretaciones delirantes, significación personal. No hay nada de eso en el autismo. Los niños muy pequeños psicóticos se pueden presentar como muy desorganizados. No paran. Están en movimiento continuo. Un niño autista también puede estar en movimiento, pero repite siempre lo mismo. Un niño psicótico no; está siempre en movimiento con cosas distintas e inmediatamente aparece la trasferencia negativa. O sea, no hay trasferencia negativa dentro del autista. Puede rechazar o quizá no querer ver a alguien, pero porque le resulta intrusivo. Pero del niño psicótico puede haber la desconfianza: "¿Por qué me preguntas eso? ¿Qué quieres? No entiendo qué estás haciendo y para qué", o sea lo que parecen fenómenos de odio. Por eso es importante un diagnóstico en transferencia. Inmediatamente, un niño psicótico entra en lazo; para odiarlo, para sentirse perseguido, para rechazarlo, para destruir el consultorio o para contarle lo que es su delirio. Para el niño autista es un trabajo lograr entrar en contacto. No es algo que vaya de suyo y sea tan sencillo frente a ese rechazo.

No es una cuestión simplemente nominativa. En realidad, mientras no sepamos el diagnóstico, nosotros trabajamos escuchando a los padres y escuchando al niño, pero este diagnóstico nos permite después orientar la dirección de la cura. Con un niño psicótico vamos a tratar de que se compense o se estabilice y que pueda incluirse de la buena manera en el mundo, se escolarice; si tiene alucinaciones y delirios, que no le hagan sufrir. O sea que pueda compensarse. Con el niño autista, se trata de expandirlo. Maleval dice que hay distintos tipos de borde. O sea que esto puede ir expandiéndose y los sujetos llamados Asperger en la actualidad pueden tener su pareja. No es una maldición el autismo. No es una condena ni un mal destino, sino que cuando son muy pequeños resulta muy inquietante por el corte del lazo, porque no hablan o porque tienen dificultades en sus adquisiciones. Esto puede variar, algunos sí, algunos no. Hay distintos tipos de autismo. Entonces, algunos logran armar su pareja, tienen sus inserciones laborales. Los autistas de alto nivel dan testimonio de lo que se ha llamado la narración autista donde explican cuál es su funcionamiento y cómo han llegado al punto en que están y cuáles fueron sus dificultades. O sea que existe una variedad. Hay distintos tipos de bordes autistas y estos se expanden.

Con esto concluyo. Así como nosotros para el autismo hablamos de una clínica del circuito por esas secuencias iterativas que el niño va armando y que después uno logra desplazarlo, del lado de las psicosis vamos a hablar de una clínica de la invención. Justamente por el retorno del goce sobre el cuerpo aparece como una mortificación del cuerpo, fenómenos hipocondríacos. Un niño tenía miedo de mover el brazo porque tenía miedo de que se le cayera. La clínica de la invención es cómo se inventa algo para sostener ese cuerpo que se le desarma, que se le desarticula. Dentro las psicosis infantiles tenemos las esquizofrenias -donde el fenómeno va a ser sobre todo corporal-; a diferencia de la paranoia donde va a haber un Otro malo que lo persigue -puede tener una idea de que lo están persiguiendo y quieren hacer cosas con él-. Nada de esto aparece en el autismo.

Yo recuerdo en uno de los coloquios al que yo fui en Rennes, estaba Maleval haciendo la presentación de un paciente de él que tenía un interés específico por las plantas carnívoras. Entonces, hablaba todo el tiempo de eso. Hizo una presentación y nos contó de las plantas carnívoras. Y la televisión francesa le había hecho un reportaje donde él explicaba bien cómo era el funcionamiento. O sea, fíjense ustedes que no es el niño solo hablando en la casa, sino hablando de su interés específico hasta en la televisión, un congreso. Ese interés le permitió hacerse un lazo con otros. O sea que es parte del trabajo que llevamos a cabo en el tratamiento con niños autistas.

Bueno, me detengo en este punto.

NOTAS

  1. Intervención vía Zoom para Commünitas realizada el 2021-05-27.

Artículo completo disponible en el sitio PSICOANÁLISIS LACANIANO
https://psicoanalisislacaniano.com/2021/05/27/stendlarz-psicosis-infancia-20210527/