Clínica

En defensa de la no cientificidad del psicoanálisis

Por Margarita Álvarez

Me pide una entrevista una estudiante de Comunicación para un reportaje sobre el psicoanálisis. Le parece que el público a menudo habla mal de él sin tener mucho conocimiento.

Primera pregunta: ¿El psicoanálisis es científico?

Respuesta: No.

Explico: No porque algo no se "someta" al paradigma de la ciencia deja de ser válido. El psicoanálisis no es científico pero está íntimamente relacionado con la ciencia en tanto su propia existencia es consecuencia de la existencia misma de la ciencia que por necesidad de verificación deja fuera la variable cualitativa del sujeto.

Las coordenadas de su surgimiento de la primera son la coordenadas del surgimiento de este último.

La ciencia ha vuelto necesario el psicoanálisis, que se ocupa de dicha variable, es decir, del sujeto. Sería una "ciencia del sujeto" solo en la vía de una ciencia conjetural. Pero el que no responda a las exigencias de una ciencia en el sentido pleno del término, no deja de formalizar la existencia de un sujeto detrás de los síntomas. así contraría la idea pseudocientífica de que estos son debidos a los genes, a un trastornos de los neurotransmisores u otros postulados cientificistas.

El psicoanálisis se ocupa de este resto que cae de las investigaciones científicas pero determinante en la vida humana. Se ocupa de las consecuencias que tiene la exclusión de la dimensión del sujeto por parte de la ciencia.

Así las histéricas que encontró Freud en el Hospital de La Salpètriere (cuando siendo todavía un joven neurólogo fue a hacer un estancia de formación en París), estaban desahuciadas por la medicina porque no había razones objetivas para sus parálisis u otros síntomas. Las consideraban simuladoras.

Las investigaciones realizadas en el Laboratorio de Psicofisiología dirigido por su coétaneo Pierre Janet tampoco avanzaron respecto a la etiología de la enfermedad ni de su tratamiento.
Fue el joven Freud quien discernió muy pronto y con total claridad las parálisis motoras de las parálisis histéricas, contribuyendo así al avance de la medicina y de la psicología. Y fue él también quien, a partir de la atenta escucha de lo que decían estas pacientes, descubrió la etiología de los síntomas histéricos, que llamó no psicosomáticos sino de "conversión", de conversión de palabras en fenómenos corporales, los cuales descifró cual brillante Chapollion.

Champollion tampoco era científico y nadie le niega la importancia del campo que abrió al descifrar la piedra Rosetta.

Este saber leer lo que está escrito en este caso no en la antigua estela egipcia sino en el cuerpo pulsional, que no es el organismo, no tiene nada que ver con el desciframiento que puede hacer la ciencia del código genético, que no requiere la colaboración del sujeto para ello.

Un tratamiento psicoanálitico sí requiere el consentimiento y la colaboración activa del sujeto de un síntoma -sujeto a él y sujeto de él. El síntoma en psicoanálisis no es un error, un mal hábito, algo a normalizar, corregir, eliminar. Es en cada caso algo a descifrar. "En cada caso" porque el hecho de que ese síntoma sea parecido al de muchos otros, no permite hacer un tratamiento-tipo. Está tejido con las significaciones que fueron importantes en la historia particular de ese sujeto, que no son nunca las mismas que las de otro sujeto que aparentemente tiene las mismas manifestaciones sintomáticas. En este sentido no importa que objetivamente se parezcan. No es su universalidad la que permitirá el descifrado sino su singularidad, lo que eso significa para ese sujeto y no para el otro.

Tener en cuenta la dimensión del sujeto es por estructura acientífico. Bien, la ciencia no lo sabe todo y tampoco tendría por qué ocuparse de todo.

El problema es que estamos en una una época que se rige en general por el paradigma de la ciencia, paradigma convertido en ideal cuando no, para algunos, en una religión, lo cual no es científico.

Esa prevalencia de la perspectiva científica en la vida humana tiene consecuencias para todos: que haya la tendencia preocupante a que las cuestiones subjetivas las resuelvan o la medicina o los jueces, es decir, las acallen -véase por ejemplo los adolescentes trans. Prohibido preguntarles, intentar abrir la posibilidad de que se hagan preguntas. Prohibido también que los profesionales se las abran. La resolución inmediata del malestar se ha vuelto un derecho incuestionable.

Estoy orgullosa de decir "No, el psicoanálisis no es científico": tenemos en cuenta al sujeto, que la ciencia descarta. Y nos preocupamos por los efectos mortíferos que la perspectiva científica introduce por la lógica misma de su propio funcionamiento en la vida de los sujetos.

Esa no-cientificidad no exime en ningún caso al psicoanálisis de la investigación y del rigor en la formalización de lo que los casos nos enseñan. Pero no puede haber ni psicoanálisis ni psicología científica, por mucho que esta última lo intente, sin extravío.

Aunque tengamos mucha suerte de vivir en una época donde hay grandes avances científicos, hemos de considerar que cada vez que se ilumina cualquier cosa, algo queda a la sombra. Y así en la medida que la ciencia avanza también produce consecuencias que introducen nuevas oscuridades: la de un mundo en que el sujeto no tiene lugar.

No hay que mirar para otra parte. Estas oscuridades es importante alumbrarlas.

Artículo completo disponible en el blog de Margarita Álvarez
http://www.elblogdemargaritaalvarez.com/2023/01/en-defensa-de-la-no-cientificidad-del.html