Literatura

La Bicicleta

Por Franco Miranda

Pablo estaba cansado de las caras esa noche, su casa explotaba con la música y los tragos pasaban como agua ardiente. Su compañera había ascendido de puesto y se presentó en la casa con gente de la oficina para festejar. Sin embargo, Pablo se encontraba inmerso en sus huesos esa noche, no tenía intención de detonar en ese atardecer, pero sus planes cambiaron rotundamente. Cuando los escuchó llegar, platicó un poco con cada uno y en un pestañeo su estómago se cerró. Se apartó unos segundos a la barra de la cocina, se sirvió cerveza y sin mirar el vaso con la mirada fija en un punto del ventanal, se dio cuenta que su vaso chorreaba, mojo sus zapatos viejos y maldijo para sus adentros. Caminó en dirección al equipo, puso una canción de Tame Impala, subió el volumen y se dejó llevar, bailando solo en medio del comedor.
La gente lo observaba con indiferencia y él podía ver a través de aquellos ojos que no existía, que pertenecía a otro mundo, él era un sueño perdido entre alguna pesadilla. Al cabo de unos minutos cuando la música comenzó a descender, decidió subir a su cuarto y pudo sentir que no le quedaba nada por hacer en esa reunión, además se sentía agotado, su mujer ni si quiera fijo su mirada en él en toda la velada, tomó el resto de cerveza que le quedaba en el vaso y se perdió a través de los pasillos sin que la gente lo notará.
Abrió la puerta del cuarto, tiró el saco en la cama y entró al baño silencioso, dejando correr el agua de la bañera de a poco, necesitaba agua en su piel, necesitaba lavar la jaqueca que lo mataba por dentro. Cuando se llenó, sin desvestirse se dejó caer en agua tibia, por un instante encontró paz en su claroscuro.
Abajo la música, el ruido de la gente, se elevaba con euforia de la sed nocturna, la lujuria y el calor se notaban en las miradas de los más tontos e inteligentes de la oficina, las caras no se podían distinguir, entre ellos no podían discernir.
Su mujer se dio cuenta que Pablo no estaba en la fiesta y subió a buscarlo. Lo conocía muy bien, sabía que siempre hacia lo mismo, no tenía dudas que lo encontraría en su cuarto desplomado en el colchón. Entreabrió la puerta, se dio cuenta que no estaba allí y se fijó en el baño, ahí estaba él, sonriéndole. Ella ebria se acercó con una mirada que no supo descifrar y la tomó por el brazo hasta meterla en el agua. Pablo río e intentó abrazarla, pero ella explotó como un volcán en erupción. - Que haces Pablo! ¡estás loco! ¡no ves que estoy vestida! ¡el vestido nuevo! ¡ Por Dios que haces! ¡Te volviste loco! ¡La gente abajo y vos boludeando como siempre, ya estamos grandes! No seas tan idiota. - Rápidamente la mujer se levantó y siguió reprochándole- compórtate querido, hay gente en casa y quiero que estés abajo con todos, no podés venir a encerrarte. Haceme el favor de cambiarte y no seas tan pelotudo, me haces enojar. - Cerró la puerta y se escucharon los tacos por el pasillo hasta llegar al vestíbulo.
Pablo, atónito, no emitió ninguna palabra en el transcurso de las quejas, cuando sintió el portazo realmente sintió un alivio, como si una herida hubiese sanado. Un impulso pedía gritar y no sabía cómo.
Entonces recordó y volvió a recordar y añoro y añoro su pasión, esa por el cual realmente lloró y abrazo con la última partícula de su alma, esa que le hacía sentir que todo lo otro no existía, esa que ves en las películas, esa que lees en los libros, esa que te hace congelar los momentos y las imágenes por más inútiles que sean, no se pueden borrar. Se acordó de los caminos en bicicleta con ella, de las veces que la pasaba a buscar y se perdían entre las luces del día y la noche, día y noche bebían de sus sueños, día y noche jugaban a ser grandes poetas, día y noche querían ser parte del otro- ¿Y dónde quedó todo? -.
Abrió los ojos bajo el agua. Miró la luz blanca del techo del baño y pensó en buscarla por las calles de París. Se secó, encendió un cigarrillo, salió por la puerta de atrás, agarró su bicicleta. No sabía por dónde empezar, pero sabía que la primera diagonal lo llevaría muy lejos, donde termina el sol y arde el amor.